Todo empezó hace mucho tiempo, cuando mi querido bipe Carlos desapareció de nuestro hogar... Me dijeron que se había ido con sus abuelos, pero pasados muchos días comencé a extrañarme de que no volviera... Apenas nos llamaba por teléfono y siempre nos decía que nos echaba de menos. Papi y Mami estaban preocupados. Finalmente los secuestradores les propusieron un intercambio... Sin pensármelo dos veces me ofrecí para intercambiarme por él. No llamamos a la policía, podían interferir en el intercambio y resultar alguien herido. Decidimos marchar por la noche para no despertar sospechas entre los vecinos. El viaje fue largo y pesado. Cada cierto tiempo cambiábamos de dirección para despistar a la policía que, sospechábamos, sabía algo por culpa de algún vecino cotilla... y al final, llegamos al lugar indicado por los secuestradores.
Era de mañana, bajamos del coche y allí estaban... No me podía creer que Carlos estuviese bien, y además tenía un buen aspecto... al menos no se pasa hambre en este lugar pensé para mí. De momento todo parecía ir bien salvo por el excesivo calor... Debíamos de estar muy cerca del desierto me decía... y siguiendo con mis erróneos razonamientos comprendía que sería difícil huir de allí.
Una vez en la prisión lo primero que hice fue pedir clemencia al abuelo de Carlos...

Al estar tan lejos de nuestro hogar los secuestradores nos permitían ciertos paseos fuera de la prisión, estaban seguros que nuestra huida era imposible... así que por la tarde comenzamos a explorar el lugar. Había muchos edificios, calles y un pequeño parque,


Ya, durante el primer paseo, me encontré con algunos colegas que compartían la misma suerte que yo... también estaban secuestrados con sus bipes en aquel lejano lugar... Me dijeron el nombre de dicha ciudad-prisión y no me extrañó nada que estuviera tan lejos. Fijaros si lo está que su nombre comienza por "Fin", el lugar se llamaba (La Cala de) Finestrat... ¿Qué aún no
sabéis dónde se encuentra?... pues creo que como tal es difícil de localizar en los mapas pero, para que os hagáis una idea, buscad Benidorm y descended un poquito en dirección a Villajoyosa -siguiendo la costa-, y ahí mismito, encerrada entre las dos ciudades hay una pequeña calita que es donde estaba yo.

Estos colegas me informaron de la situación y de como tenía que comportarme... a mi me tocaba pasear en el grupo de los pequeñitos, no tanto por el tamaño como por la edad... así que me transformé en el jefe de la guardería canina del parque... normalmente me sentaba y daba la bienvenida a todo aquel que se acercaba al mismo. A veces jugaba con algún peque para que no se aburriera mientras llegaban el resto de sus amigos, y otras veces, las menos, me enfadaba un poquito cuando me interrumpían para que jugase con ellos mientras estaba meditando como escapar del lugar... ellos apenas se daban cuenta de la terrible situación en la que nos encontrábamos. Entre los peques estaban Yes -el carlino-, Dick -el Bretón-, Bronco -el Cocker-, Pampi -la Boxer-... mejor que los veáis a todos en el álbum que estoy preparando, de momento os tendréis que conformar con las pocas fotos que estoy publicando aquí...
Especial recuerdo guardo de mi amiga
Jana, que me defendió cuando Sombra -el pastor belga- me mordió sin previo aviso ante el asombro de los presentes... antes la había tomado con un chiquitín pero que, como a mi, solo quedó en un gran susto. Sombra no volvió a aparecer por el parque, era como uno de esos matones de barrio que solo por mirarles a los ojos ya buscan pelea.

Pero en el parque solamente estábamos por la tarde. Durante el paseo de la mañana Papi, que se había leído de cabo a rabo el libro del mago de los perritos, se emperró -nunca mejor dicho- en transformarse en un auténtico jefe de clan y me veía obligado a seguirle en sus paseos matutinos subiendo y bajando montañas, perdiéndonos por los senderos y pasando mucho, pero que mucho, calor a pesar de las tempranas horas en que me despertaba (que le despertaba debería decir), y todo ello como dicen en el libro, con el rabito y las orejas gachas. Fruto de estos paseos matutinos explorando las cercanías conocí a un buen amigo, aunque ladraba en inglés enseguida vi en él un perro como tiene que ser -según el dichoso libro-, tanto me recordaba a mi buen amigo Otto que le seguía como hacía con él. Se llamaba
Maxi -el Pointer-. Otro amigo suyo, pero más juguetón era Axel, un pequeño-grande labrador que siempre me quería usar de conejito en sus juegos. Las más de las veces me dejaba porque sabía que papi estaba vigilándome y atento para que no me pasara nada.

También recogí "otros frutos" como fue el conocer a
Poncho -el hurón- y su hermana perrita Zyra, con ella la cosa estuvo entretenida, pero con él me puse un poquito nervioso y es que me miraba como si nunca hubiese roto un plato y eso me daba muy mala espina.

Y a Bruna, que se escondía de mi entre las plantas del paseo, o a Tres y su hermanito Blas, que apenas pisaban el parque infantil pero que siempre estaban contentos.
Pero el "fruto"que más me molestó, fue la pequeña heridita que apareció en una de mis pequeñas almohadillas plantares, aunque nunca me quejé de ella y tardaron en darse cuenta, pero cuando lo hicieron me la curaron diligentemente reduciendo al mínimo los paseos por el desierto pedregoso y aplicándome intensas curas en la misma.
En mitad del secuestro me enteré que mi primita, la conejita Kikicha, nos había dejado para visitar el comienzo del arcoiris... seguro que allí encuentra muchísimas zanahorias con las que entretenerse. Un lametón y hasta pronto Kikicha.
Al final del secuestro, y después de todos los paseos me encontré con una sorpresa... me había ganado el famoso collar-badana
de los perritos exploradores en color azul. Si, ya se que es el grado mas bajo de "patita-explorador" (paw-scout para los entendidos), pero me queda genial y hace juego con el resto de la correa. Una vez que me lo puse fui la envidia de todos los demás perritos, aunque estoy seguro de que muchos de ellos se han puesto a explorar como locos el pequeño bosque para conseguir sus collares de paw-scouts...

Pues así discurrió el secuestro, que solo finalizó cuando tras llegar unos primitos de mi bipe, y tras comprobar la saturación carcelaria en la que nos encontrábamos, los secuestradores nos permitieron regresar.
Solo hubo un día que realmente creí que definitivamente me quedaba solo con los abuelos...
pero es que mi familia se habían ido de visita a un sitio llamado Terra Natura que creo que es una especie de cárcel para animales realmente malos. Ya veis en la foto una elefante obligad a pasarse todo el santo día en la charca... ¡Terrible imagen!

Y como no
tenía Internet ni nada que se le pareciera, el paw-mail y el guau-mail estaban inoperativos, no me enteré de como iban las Pata-Olimpiadas ... He tardado en hacerlo pero estoy contento... Ya el primer día obtuve una mención honorífica en "las 100 patas libres", luego poco a poco me fui superando, como hacen los buenos deportistas, y obtuve una medallita de bronce en la difícil disciplina llamada sleeping. No obtuve una buena actuación en la disciplina de la natación, y eso que estuve ayudado por papi, pero me defendí en la siguiente prueba con mi bipe Carlos, y es que el kissing es una disciplina para expertos. Tampoco salí mal parado de la disciplina de las caritas, pero fue en la siguiente prueba, donde tras bailar un tango con mi amigo nos concedieron la medallita de oro en dancing.

Solo me queda felicitar a Lenny, el organizador, a los jueces y a todos -sin dejarme ninguno- los participantes, y aunque un poco tarde os dejo el vídeo del "bone-relay", o sea el paseo del hueso olímpico por los diferentes países participantes.