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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Feliz 2011

Pues estaba yo tranquilamente cantando, eso sí, con un enorme espíritu navideño…I wish you a Merry Christmaaaas!!! Cuando algo me inquietó enormemente… había una maleta en el hall de entrada y eso suponía que teníamos un viaje en perspectiva… Era para celebrar con la familia la llegada de la navidad…
Así que nos pusimos en marcha todos juntos dispuestos a sortear todas las inclemencias del tiempo (nieve, hielo, frío…) que nos encontráramos por delante,  pero, ¿¿a dónde nos dirigíamos??
Fuimos por una carretera que papi llama autopista, pero no mucho tiempo. Luego comenzamos a subir una montaña muy alta, al menos para mi, llamada “La Espina”… Allí había mucha nieve pero seguimos adelante. Entonces llegamos a una pequeña población, que bordeamos, llamada Tineo y comenzamos a bajar hasta nuestro destino…
Y una másLa Casona de San Andrés, que así se llamaba nuestro destino, es como veréis, un lugar muy agradable, no solo por el lugar, con unas vistas incomparables. También por sus dueños humanos, tan amables que admiten la compañía canina y, además porque tienen a un pequeño y amable cachorrito que nos ayudó mucho a conocer todo aquello… Firmando en el libro de visitas Tordo me ayudó a conocer primero la finca del hotel y me dejó firmar en la “hierba de visitas” especial para los perritos recién llegados.Feliz Navidad
También me dejó su camita mientras preparaban la mía y la colocó al lado de un árbol y cerca de la chimenea para que entrase en calor… afuera estábamos a 0ºC.
A partir de ese momento fuimos amigos para siempre… y espero volver a verle pronto porque a veces sale a pasear por el “Parque de Invierno”… así que si le oléis dadle muchos recuerdo míos…
Al día siguiente ocurrió una cosa muy, pero que muy divertida… Doggie Noël acababa de dejar regalos para todos y de una forma muy original porque esparció un gran número de regalos entre la chimenea y el árbolDesde la chimenea...… 
.... Hasta el árbol
se ve que le pesaban demasiado e iba con prisa para dejarlos de esa forma…
El caso es que estábamos tan contentos por su visita (espero que también lo haya hecho con vosotros) que salimos a pasear por un precioso bosque que había arriba, en la montaña y allí jugamos en la nieveEntre la nieveLuego, ya en casa… bueno, en el hotel, abrimos los regalos y a mi me tocó un precioso collar…Mi nueva correaEl resto del día lo dedicamos a visitar Navelgas, pero no encontramos el oro de los romanos… se ve que se lo han llevado todo. Y a jugar, que es lo que hay que hacer cuando se tienen amigos disponiblesSi lo haces muy bien pequeño TordoYa por la tarde, y antes de que anocheciera, nos despedimos de nuestros anfitriones, sobre todo del bueno de Tordo, y nos volvimos a casa haciendo el recorrido inverso…
Y aquí estamos esperando ahora  a que empiece el 2011 y a que lleguen los Guaus Magos de Oriente con mas regalitos si es que la crisis les deja, arf, arf, arf.
Os dejo el resto de las fotos La Casona

Patitas y de nuevo Feliz 2011
Yogui

viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz Navidad en Orbis Natura!!!

Hola de nuevo colegas y amigos todos… hoy será un día, más bien noche especial, pues Papá Noël va a visitarnos a todos cuando estemos dormiditos… y si no os lo creéis ved el vídeo que me ha mandado

Un mensaje de Papá Noël

Si, ya sé que habla un poco raro pero es que como vive tan lejos, se le olvidó que yo soy un perrito y vivo en España, y no me ladró como es debido. Pero se lo tengo que perdonar porque ya es tan mayor que a veces se despista un poquito, como papi jejeje.

Estos pasados fines de semana ha empezado a hacer frío de verdad y, como muchos sabréis se celebró el sorteo del gordo… bueno no nos tocó ni la pedrea pero nos acercamos bastante…

Lotería de Navidad - Página oficial del Sorteo Extraordinario de Navidad. Loterías del Estado

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¿No creéis que acertar 4 números de 5 no es aproximarse bastante…? Vale, estaban desordenados pero seguro que para el próximo año acertamos el orden y ya seremos como Pancho… millonarios jejeje

Pero sigamos… este finde hizo mucho frío y aparecieron nuevos amigos con los que jugar… Ya los veréis al final del post pero ahora os dejo mi particular regalo de navidad, el antepenúltimo capítulo de mis aventuras japonesas… Creo que es poco adecuado, podríamos decir, para estas fechas, pero las cosas surgieron así…

La frustración de un padre


¡Quedan dos capítulos para cerrar la historia! El próximo será el último. En este fragmento de mi aventura os explicaré la historia de mi malvado padre, un personaje realmente complejo, que, si bien no tiene compasión, también tiene una larga vida llena de depresión que le ha convertido en lo que es.

Lo que planteo en este episodio es lo siguiente: ¿Quiero realmente a mi padre? Tengo que decidirlo pronto, pues probablemente tenga que luchar contra él.

XVII) Truhán

-¿Qué pasa, Yogui, no saludas a tu querido padre? Ja ja ja ja… Vamos, Yogui… ¿Y tú, tatarabuelito? ¡Soy tu querido tataranieto! ¿No me saludas tú, tampoco? ¿Y qué me dices tú, noviecita de Yogui, eh? ¡Qué buen partido te sacaste con mi hijo! –decía sarcásticamente Truhán- ¡Y tú,-sus ojos se volvieron rojos- Estúpido perro lobo ratonero sin raza! ¡Perro sarnoso! TÚ, secuestraste a mi hijo. ¿Te ha hecho algo, querido?

-Balto no me ha hecho nada. No se preocupe, señor.

-Bueno. Espero que así sea. Y ahora, ¿por qué no vienes aquí a mi lado, y así nos iremos juntos a buscar El Hueso?

-No. No voy a ir contigo.

-¿Cómo que no? No digas tonterías, hijo. ¿Qué te ha hecho este desalmado perro lobo? Ya me ocuparé de él más tarde. Tú… Ven con tu papaíto, ¿eh?

-Usted no es mi padre.

La sonrisa de Truhán, se borró de su rostro.

-¡Maldito hijo desgraciado! ¡¿Qué te he hecho yo, para que me trates así?! ¡Ven conmigo inmediatamente! ¡Inepto asqueroso! ¡Desagradecido! ¡Llevo más de dos años buscándote! ¿Y así es como me lo agradeces? ¡Vas a venir conmigo, aunque sea agarrándote por el cuello hasta hacerte sangrar!

-No, Truhán. Usted no me va a hacer nada-me arrimé a El Señor de los Huesos.

-¡¿Cómo que no?! ¡No tienes idea de lo que te puedo hacer!-y saltó sobre mí.

Pero entonces, El Señor de los Huesos, alargó su Pata Torcida, y una luz blanca lanzó a mi padre cuesta abajo.

-¡Basta ya!-gritó el Gran Perro-¡No te acerques a mi hijo!

-¡Él es hijo mío, no tuyo! ¡Aparta de mi camino, viejo!

-Apártate tú del camino que no marca El Señor.

-No me des órdenes.

-Yo no doy ordenes, solo consejos.

-Déjame en paz.

-Si yo no te doy órdenes, no me las des tú a mí. Si me vas a dar órdenes, yo también te las daré. Y te diré que dejes en paz a mi Protegido. O sufrirás la ira de El Hueso.

-El Hueso, ¡Ja! Por cierto, tú, perro lobo. ¿Vas a darme ese precioso medallón, no?

Balto no contestó.

-En fin-siguió diciendo Truhán, mi malvado padre-Vamos, Yogui. Ven conmigo. Hazlo por mamá.

-¿Mamá? ¿Qué le has hecho a mamá?-salí de entre las patas de El Señor de los Huesos, aunque este no quería permitírmelo.

-Oh, tan solo lo que tú sabes. La he dejado desangrándose. Si tú vienes conmigo y me ayudas a conseguir El Hueso, cuando yo lo tenga, podremos curarla, ¿eh?

Estuve a punto de aceptar, de no ser por que…

-Es mentira-dijo El Señor de los Huesos.

-¡Tú calla!-dijo Truhán furioso.

-Estás… Loco-añadí yo asustado y aterrorizado.

-Tú también, hijo mío… Vamos a ver, explicádmelo… ¡Llamarme loco! ¡A mí! ¿Qué te he hecho yo? ¡¡¡¡¿¿¿¿Qué te he hecho yooooooo?????!!!!!

Me volví a meter entre las piernas de El Señor de los Huesos.

-Deja al niño en paz, no te ha hecho nada-dijo Balto.

-¿Qué no me ha hecho nada, dices? ¿Qué no me ha hecho nada? ¡No tienes ni idea de lo que me ha hecho! Me ha llamado loco…

-Tal vez si no lo estuvieses no te lo llamaría-dijo Lazzie.

-¡Calla, perra!-bramó Truhán-¿Creéis que yo no tengo razones para ser como soy? Para… Hacer tantas maldades por conseguir El Hueso… ¡La vida ha sido injusta, ha sido perra conmigo! Lo mínimo que puedo hacer para desahogarme es ser injusto con la gente. A ver, ¿acaso no había de haber sido yo el que hubiese conseguido El Hueso? ¡¡¡Miradme!!!

-Te miramos, y no vemos nada en ti que te haga digno para conseguir El Hueso.

-¿¿Cómo que no?? ¿¿Cómo que no?? ¡Miradme! ¡Mirad mi Pata Torcida! ¡La tengo tan torcida como ese chucho desagradecido que se hace llamar mi hijo! ¡Incluso puede que la tenga un más que él! ¡La tengo tan torcida como tú, viejo!

-Eso no te lo he negado.

-¿¿Cómo que no?? ¡Has dicho que nada en mí cuerpo me hacía digno de conseguir El Hueso!

-Yo no he dicho nada de tu Pata Torcida, ni de tu cuerpo, ni de tu exterior.

-¿Entonces que demonios querías decirme, viejo idiota?

-Es que no me refería a tu exterior. Me estaba fijando en tu interior. Tu corazón no es digno de conseguir El Hueso. Y El Hueso no mira solo hacia la Pata Torcida de mis descendientes. Para escoger a El Elegido, El Hueso también mira dentro de tu ser. Yogui es bondadoso, inocente, y un buen amigo. Valiente, leal, sincero y responsable. Tal vez él si tenía lo que había que tener, lo que El Hueso buscaba, para encontrar a El Elegido. Después de todo, es tu hijo. Deberías sentirte orgulloso-El Señor de los Huesos hizo una mueca burlona.

-¡Ahhhhh! ¡Viejo! ¡No te burles! ¡No te cachondees de mí! ¡No sabes con quién tratas!

-¡Claro que sí lo sé! ¡Con mi querido tataranietecito!

-¡Miserable!-Truhán le mordió una oreja a El Señor de los Huesos, y le pegó un zarpazo. Las uñas se quedaron marcadas en su rostro, pero no tardaron en desaparecer como si nada hubiese pasado. Lo que acababa de hacer Truhán era como tratar de herir al aire.

-No hagas daño a quien nunca ha intentado hacértelo.

-¡Bahhh! ¡Tú no sabes por lo que he pasado! ¡Orgulloso de mi hijo! ¡Bahhhh!-pareció calmarse.

Truhán cogió aire, y volvió a hablar.

-Lo único que ansiaba mi padre, Llameante, era que uno de sus hijos fuese El Elegido, y éste, le diese El Hueso, para que él pudiese tener el poder sobre el Mundo Animal. Tuvo varios hijos, tres para ser exactos, entre los que estoy incluido. Ni el primer hijo ni el segundo, acapararon sus expectativas. Mi padre se indignó profundamente, y entró en una enorme depresión. Sin embargo, meses después se enteró de que iba a tener otro hijo. Era su única esperanza. Cuando yo nací, mi padre se ocupó día y noche de mí. Me cuidó, me mimó y me quiso con locura. A las dos semanas de mi nacimiento, llegó el momento de hacer el Ritual, para saber si yo era El Elegido. Mi padre estaba convencido de que lo sería, e incluso consideraba innecesario hacer el ritual, pero su mujer, Grisácea, insistió en ello. Al hacerlo, al romperme la pata, descubrieron que yo no era El Elegido.

Mi madre ya era mayor y ya no podía tener más hijos. Yo no había podido complacerles en su obsesión, ni saciar sus ansias. A partir de entonces, Llameante me atormentó desde que los primeros rayos del sol salían por el horizonte, hasta que volvían a salir. No me dejaba tranquilo un segundo. Me insultaba, me despreciaba, decía que yo no era digno de ser hijo suyo, que era un vulgar perro por no ser El Elegido, y… me pegaba. Me pegaba y me maltrataba, me mordía y me pegaba zarpazos hasta dejarme malherido. Incluso mi madre, Grisácea, intentaba detenerle, pero también a ella la pegaba.

Él había vivido toda su vida con el único deseo, sin éxito, de encontrar El Hueso. Su mente retorcida y malvada no le dejaba pensar en otra cosa…

Toda mi infancia la pasé así. Siempre que mi padre llegaba por las noches, me pegaba a mi madre y a mí. Siempre era lo mismo. Llegaba borracho. Toda mi niñez, ¡¡¡fue así!!! ¡Y ahora vosotros me acusáis de estar loco!-volvió a intentar calmarse y controlarse-Podría decirse que lo único que hice fue sobrevivir, porque había veces, que mi padre casi conseguía matarme.

Logró meterme por la cabeza que yo era un inútil, por no haber conseguido ser El Elegido. Atormentándome, yo crecí con esa frustración: No haberle sido útil a mi padre.

Tanto Llameante como Grisácea murieron ya hace mucho. Pero yo, no olvido. Y si bien no han conseguido un alma, y si bien ya no podrán verme conseguir El Hueso, me da igual. Quiero demostrarme, aunque sea a mí mismo, que ese hijo de… , que era mi padre, estaba muy equivocado. ¡Yo seré capaz de conseguir El Hueso, y de haceros ver que yo tenía que haber sido El Elegido!

Se ha convertido en mi obsesión, y dudo mucho que me la quitéis de mi mente. Mi padre nunca se sintió orgulloso de mí, pues al menos dejadme que yo me sienta orgulloso de mí mismo. Cuando tenga El Hueso en mis patas, descargaré toda mi ira, toda la ira que se acumuló en mí mientras crecí por culpa de mi padre, sobre todo ser vivo que encuentre en mi camino. Mi reinado será una época dorada para mí y para todos mis seguidores Lobuistas. Para los demás inocentes que se interpongan entre El Hueso y yo, la vida se convertirá en un infierno. ¡No me importa que no me hayan hecho nada! Todos esos inocentes serán para mí mi padre, y todos lo pagarán caro, como si de él se tratase.

-¡Estás aún más loco de lo que temía!-dije yo.

-¡Malvado, fuera de aquí!-gritamos, esta vez, todos juntos: Balto, El Señor de los Huesos, Lazzie, su abuelita y yo.

Fue espectacular ver todas nuestras fuerzas juntas y unidas.

Mi padre rió malévolamente, y regresó a su anterior sarcasmo.

-Oye, por cierto, viejo. ¡Vaya guardián de pacotilla que te has echado! Ha dejado la puerta abierta ja ja. No solo he podido estar espiándoos un buen rato, sino que he podido entrar sin percances por entre los Huesos, sin que él se enterase ja ja.

-¡No te metas con mi guardián!

-Al menos permíteme que me meta con tus tres protegidos, que me han guiado hasta aquí durante todo el tiempo, sin enterarse siquiera de que yo les seguía.

Primero, entré en el ferrocarril de Johny Quebrantapiedras, cuando me capturaron, igual que vosotros. Pero, ni siquiera os enterasteis de que entré. Vosotros seguisteis a vuestra "bola". Después, pude dedicarme, a "cotillear", si me lo permitís, los besos tan apasionantes que mi hijito se daba con su noviecita.

-¿A eso os dedicasteis mientras Crinés y yo buscábamos la entrada a la Tumba? ¡Ahora tendré que suponer que el lío que se tenía montado con todos aquellos coches policía era también culpa vuestra!, ¿no?-nosotros no respondimos.

-Pero, ¡espera, perro lobo sarnoso! Para remate, tú, especialmente, te ocupas de dejar la puerta abierta a la Tumba, para que yo os siga sin problema alguno, ¿eh?

Balto bajó la cabeza.

-Lo siento, Señor-dijo dirigiéndose a El Señor de los Huesos.

-Bueno, bueno-continuó mi padre-No quisiera que por mi culpa entrarais en una discusión, ¿no? Así que lo olvidado olvidado está, ¿eh?

Y, de pronto, con un rápido movimiento, se abalanzó sobre Lazzie, y apretó sus afiladas garras en el cuello de la cachorrita.

-Pero, yo, nunca olvido. Y creo haberos pedido antes el medallón, ¿a que sí? Voy a conseguir El Hueso. Y ahora, buen perrito lobo, dame ese "Mapa hasta el Tesoro", ¡o hago que la tráquea de esta preciosa perrita se le salga por la nariz!

CONTINUARÁ…

Y ahora las fotos de estos días con mis amigos…

Con Happy

Días Fríos

Bueno y ahora me despido y os mando muchos lametones… sed buenos para que Doggi Noël os traiga muchos huesitos, ya me contaréis.

Patitas

pd: No os olvidéis dejar un platito con leche jejeje

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Hasta el Puente

Bueno, amigos… tengo que hacer propósito de enmienda y volver a empezar a escribir mis aventuras pero es que esta otra historia mía en busca del señor de los huesos me tiene ocupado y, también hay que decirlo, papi se ha dedicado a otras cosas menos importantes y que, además, le llevan mucho tiempo y le impiden ayudarme… y ya os imagináis que a mi, con mi patita torcida, me es más difícil escribir.

Bueno, pues una noticia reciente es que ayer fue mi primer día de “Perroquería”. ¡¡Sí!! porque hasta ahora todas esas cosas me las hacía mami, pero estaba cansada y convenció a papi que me llevara… ¡Qué relax! ¡Qué trato! ¡Qué chicas tan guapas! –las que me atendieron y las que se acicalaban como yo-.. creo que voy a repetir más a menudo, si hasta me pusieron mascarilla para mi precioso pelo, me limpiaron mis orejitas y me hicieron la “paticura”… El caso es que salí de allí, de “Chiguaka”, como si fuera otro. Lástima que el tiempo ha sido tan malo que no he podido enseñar lo bien que he quedado a mis colegas, vamos que soy otro perrito.

Otra más!!?? Por otra parte he recibido una bonita foto de mis amigos Tolita y Nevado, que han estado ayudando a Doggie Nöel, y me han dicho…Tolita y Nevado IMGP8712

que a pesar de la crisis algún que otro huesito nos caerá a los perritos buenos… ¡¡y ya falta cada vez menos!!!

Pero antes de que venga Doggie Nöel hay una cosa muy especial… y como queremos ser como Pancho pues nos fuimos a comprar unos décimos para el sorteo por excelencia del año, el de Navidad y…Compra un buen número...

así, acompañado de Otto, me dirigí a la administración de lotería más cercana, el gallo de oro. Allí compramos unos décimos para la pandilla jejeje, ya me veo de crucero por el caribe perruno, porque esta vez seguro que nos toca…

¿Y del resto de los días en que no he contado nada? ¿qué ha ocurrido? Pues es verdad que tengo muchas cosas que contaros pero no quiero agobiaros así que, al final del cuento encontraréis los enlaces para las fotos… de momento os dejo con un nuevo capítulo de mis otras aventurillas:

¡A por El Señor de los Huesos…!

¡Estamos a punto de encontrar nada más y nada menos, que a El Señor de los Huesos! Queremos que nos diga cuales son nuestros verdaderos papeles en la vida, que nos de un cargo entre los Perros la Luz. Ya que no podemos regresar con los malvados humanos, pero, cuando lleguemos, él nos dará una gran sorpresa…

¡Nunca olvidaré el tiempo que estuve junto a él!

Pero, bueno, no os diré más… Descubridlo vosotros mismos…

XVI) Bienvenidos a Orbis Natura


Avanzamos por la mística gruta, sin saber adónde íbamos. Todo era oscuro. Los suelos estaban húmedos, y las paredes llenas de esqueletos. Sin duda, era una verdadera tumba. De pronto, nos paramos frente a unos huesos desperdigados por el suelo.

-¿Será alguno de estos El Hueso?

-No lo creo. Esto es… Un cadáver… -sugirió Balto.

-Es… Hachiko.

Inmediata e instintivamente, todos nos apartamos del muerto. Decidimos seguir caminando.

En la tumba reinaba un silencio sepulcral.

Pasado un tiempo, nos dimos cuenta de que la gruta se dividía en dos caminos, y decidimos seguir el derecho, ya que es el lugar que ocupa mi Pata Torcida.

Al seguir esa ruta, notamos como una especie de canto espiritual, propio de los fantasmas, resonaba en la lejanía. Aceleramos el paso. Hasta que nos paramos. No había salida. El camino no seguía a ninguna parte. Se terminaba.

Quisimos dar la vuelta, pero algo nos lo impidió. Ese "algo" era un… ¡Espíritu!, el cual no paraba de roer un hueso de jabalí. Nos quedamos observándole largo y tendido, sin que él se percatara de nuestra presencia. Cuando pasaba un rato, y le parecía que había roído bastante un extremo del hueso, se dedicaba a roer la otra punta.

Estaba sentado encima de toda una montaña de huesos y esqueletos, de más de veinte patas torcidas, como habíamos comentado hace tiempo, medida perruna equivalente a casi cuatro metros humanos.

Y a pesar de disponer de todos los huesos que desease, solo parecía querer roer, ESE hueso. Su apariencia es difícil de describir. No tenía color, era transparente. Sus ojos eran lo único en color que tenía. Unos ojos amarillos azulados.

Tenía el aspecto de un viejo labrador, con unos largos bigotes descomunales que le llegaban hasta las rodillas, y unas uñas afiladas como sables. Toda una aparición. De vez en cuando, aparecía y desaparecía, cambiaba de forma, o dejaba solamente visible su cabeza, que daba vueltas como una pelota, hasta que volviese a aparecer su cuerpo entero. Eso sí, siempre sin soltar su hueso.

Ya que nos estaba dando la impresión de que pretendía seguir allí hasta la eternidad, fui yo el que intenté iniciar la conversación.

-Mi muy amable señor, ¿podría indicarnos a mis compañeros y a mí, dónde se encuentra El Señor de los Huesos?

Sus ojos se abrieron como si de pelotas de tennis se trataran, se quedó un rato pensativo y exclamó…

-¿Estáis muertos?

-No… Creemos que no, señor.

-¿Que hacéis aquí, pues?

-Veníamos a buscar a El Señor de los Huesos.

-¿Por qué queréis encontrarlo?

-Porque pensamos, que yo soy El Elegido, ya sabe, el Descendiente que tiene la pata tan torcida como su ancestro, y que podrá obtener El Hueso.

-¿Lo pensáis, o lo sabéis?

-¿Por qué siempre contesta con otra pregunta?

-¿Acaso no puede tratarse de mi manera de ser?

Me resigné.

-¿Sabe usted dónde está El Señor de los Huesos?

-¿Por qué lo iba a saber… Yo?

-Bueno, pues, porque hemos entrado en los dominios del Gran Perro, ¿no? Y usted es un espíritu…

-¿Y no creéis que para dejaros entrar, he de saber si de verdad eres Su descendiente?

-Bueno… Tal vez…

-¿Me dejas ver tu pata, por consiguiente?

Dio la vuelta al hueso que estaba royendo.

-Claro, aquí tiene…-y estiré mi pata torcida.

Se agachó, y la analizó minuciosamente.

Entonces, comenzó a hacerse invisible lentamente.

-¡Espere, señor! ¿Cómo encontraremos a El Señor de los Huesos?

-¿Y no deberías mejor, dejar de hablar, y ser más observador?-fueron sus últimas palabras, antes de desaparecer del todo.

Y, puede que tuviese razón, pues la enorme montaña de huesos, fue abriendo un hueco en su interior, que nos absorbió a todos, en un descuido.

Pensamos que este era nuestro final, pero cuán equivocados estábamos, porque, una vez encerrados entre los esqueletos, el hueco se volvió a abrir, y nos expulsó hacia fuera.

Pero, al salir, no nos encontramos de nuevo con la tumba dónde habíamos estado antes, sino que nos encontramos justo enfrente, de un can que bien podría haber sido El Señor de los Huesos.

Era un perro viejo y grisáceo, con unas largas barbas, pero era muy, muy similar a mí. Un gran manto de piel de lobo, cubría su espalda. Sobre su cabeza, lucía una corona fabricada con ramas, y pequeños huesecitos que la decoraban. Se encontraba echado, con una pose que me recordó también a mí. Todos nos situábamos, en una cueva, que parecía la boca de un perro, repleta de estalagmitas que formaban los dientes, de las que caía agua a un ritmo regular.

Nos miraba atentamente mientras se mesaba las barbas. Sin embargo, fue él esta vez el que inició la conversación.

-¿Balto? ¿Balto? ¿Eres tú?

-¿Señor?-dijo Balto-¿Señor de los Huesos?

-¡Balto!

-¡Señor!

-¡Que alegría verte por aquí! ¡No recibía una visita como esta desde hacía miles de años!

-Disculpadme si he dejado mi puesto como Perro de la Aurora Boreal, que vela a todos los Canes de la Tierra. Si lo he dejado, ha sido solamente por unos días.

-¡No tienes por qué disculparte! ¿Acaso uno no puede tomarse unas vacaciones decentillas? Además, es un placer para mí que hayas venido a visitarme.

El que parecía ser El Señor de los Huesos, se agachó buscando algo. Pareció encontrarlo, cuando cogió un colmillo de elefante hueco, y lo puso bajo las estalagmitas, esperando a que el colmillo se llenase de agua.

-¿Te apetece un poco, de Agua a la Estalactita?

-¡Claro! Pero… ¿Vos no bebéis, mi Señor?

-Yo no necesito beber ni comer…

-Yo tampoco, Señor, estoy muerto igual que usted…

-¡Claro! Pero yo llevo millones de años sin hacerlo, tú solo unos ochenta, y nunca sienta mal un buen cuenco de Agua a la Estalactita, ni siquiera a los muertos… Y, perdonad el recibimiento de mi guardián… Siempre ha sido así… Pero es un perro de muy buen corazón, los años le han vuelto un poco majara… Se llama Adjudant, Khan de los Canes, y es el perro doméstico que más años ha vivido en la superficie terrestre… Es un perro indio, y salvó a un pequeño niño de un gran incendio… Cuando intentó salvar a los demás, murió entre los escombros del fuego. Pero yo, como El Señor de los Huesos, tenía pensado darle mucha más vida… Bueno, lo dicho, ¡Bienvenidos a Canis Natura!

-¡Un momento! Pero… ¿Sois vos en verdad El Señor de los Huesos?-interrumpí yo la conversación.

-¡Claro que sí, pequeño!-dijo Balto-¡Te presento al mismísimo Gran Perro, El Señor de los Huesos!

-¡Caramba, encantado de conoceros!

-¡Oh, que muchacho más majo! ¡Me recuerdas a mí cuando era chiquito! ¡Si hasta tienes la pata torcida! ¿Cuántos años llevas muerto? ¡No recuerdo haberte quitado la vida! ¡Ni a ti, ni a tu compañera!

-Bueno, es que…-contestó Balto-Para eso venimos. Señor, Yogui y Lazzie son… Mortales.

-¿Mortales? ¿Están vivos? ¡Pero, Balto! ¿Cómo se te ha ocurrido guiarles hasta aquí? ¡Es un grave desacato a las reglas!

-Lo sé, Señor… Pero este es un caso especial, Señor…

-¿Cómo va a ser especial?

-Señor, hemos pasado muchas penurias para llegar hasta aquí… No nos puede expulsar ahora. Verá, hemos averiguado el enigma, y hemos entrado a la Tumba de vuestro descendiente Hachiko, el Perro del Polen, que no se separa de sus amigos, el cuál, casi tiene la pata tan torcida como vos, y casi logra ser el que obtendría el Hueso. Pues… Lo que sucede… Es que Hachiko, no es el Elegido. Pero, Yogui, es también un descendiente suyo.

-Ya, ¿y qué? ¡Este chucho! ¿No pretenderás decirme que él sí es el Elegido?

-Pues, Señor, es justo lo que pretendía decirle.

El Señor de los Huesos, se quedó atónito. También se quedó un rato observando mi pata.

Cuando parecía haberse calmado, clamó.

-¡¿Y lo has traído aquí?! ¡¿Sabiendo el peligro que eso supone?! ¡Hay miles de descendientes detractores, crueles, infieles y blasfemos, que desean hacerse con el Hueso! Y tú les guías hasta aquí. Pues te diré una cosa, Balto. Este chucho, desaparecerá de aquí, en cuánto de una patada con mi Pata Torcida en el suelo. ¿Queda claro? ¡Y muy probablemente, te quite tu alma, Balto, o al menos tu Aurora Boreal! ¡Has puesto en peligro a El Hueso! ¡Y con él a todo el Mundo Animal! ¡Y a la Ciudad de Canis Natura, dónde ahora estamos, el Paraíso en el que los perros han de descansar en paz…! ¡¡¡Eternamente!!! Pues mi querido Elegido, va a dejar de serlo en cuánto se muera… ¡¡¡Eternamente!!!

-¡Espere! ¡No, Señor! Yogui solo quiere encontrar su destino. Ha sido una mascota toda la vida, y considera que quiere ser algo más en la vida, quedarse con usted a vigilar El Hueso. Él no quiere nada de apoderarse de los animales.

-Tienes razón, Balto… No creo que este encantador cachorro quisiera hacer daño a nadie. Pero es que esos bárbaros, me persiguen. No pueden encontrar El Hueso, o será el fin para todos los animales que habitan este planeta.

-Pero… ¿Vuestros propios descendientes, quieren hacer el mal?

-Sí, Yogui. Te lo explicaré todo desde el comienzo. Hace millones y millones de años, los perros aún no eran perros, sino lobos. Lobos salvajes. Y no tenían contacto alguno con los humanos. Pero hubo un lobo, llamado Pata Torcida, que tenía la pata más torcida que jamás se hubiera visto, y que era discriminado por sus compañeros. Sin embargo, Pata Torcida, trabó amistad con los humanos, y a pesar de que esto provocó un rechazo aún mayor entre sus congéneres, logró, después de una ardua batalla contra malvados y envidiosos lobos, que iniciase una época de paz entre los humanos y lobos. Todos se ayudaban mutuamente, y uno era imprescindible para la supervivencia del otro. Pata Torcida era el rey. Además, también consiguió que las diferentes tribus de lobos no se peleasen por ser ellos quienes tuvieran en su poblado el Hueso para vigilarlo. Como sabrás, El Hueso fue otorgado a los Reyes Perrunos, fieles ayudantes de los Reyes Magos, por el Dios Cristiano, para que ellos se ocupasen del Mundo Animal, y ellos, a su vez, confiaron la tarea de vigilar El Hueso, a sus congéneres Canes, sin dejar de proteger ellos también El Hueso.

-Sí, me sé la historia.

-En fin, el reinado de Pata Torcida fue una Época Dorada para el mundo, y el perro comenzó a nacer. Pero, una vez muerto Pata Torcida, algunos lobos se revelaron contra su ley, y secuestraron a los descendientes que él había dejado, educándolos en maldad y en la propia filosofía de los lobos, solo unos pocos lograron escapar. Así pasaron varias generaciones, habitando los descendientes del pobre Pata Torcida, entre los lobos, con sus mismas sanguinarias ideas, y sin saber siquiera quienes eran en realidad. Hasta que yo, hice lo que hice, ya conoceréis la historia, y vencí a los lobos, regresando con mi verdadera familia. Como sabéis, me enviaron para que les trajese información sobre El Hueso, y para que les guiase hasta él. Pero me enamoré. Y me arrepentí para siempre de lo que estaba haciendo. Como veis, todos merecemos una segunda oportunidad. Somos libres de escoger, y podemos cambiar. Pero todos cometemos errores. A pesar de que, cuando les dije la verdad a todos los animales del bando de los Reyes Perrunos, se enfurecieron, me ayudaron, gracias a mi amada, que les convenció a todos, y a que vieron que estaba profundamente arrepentido. Por ello, volví con los lobos, y les llevé hasta una cueva, dónde les encerramos. Pero me oculté en esta gruta para proteger El Hueso, y nunca más volví a salir. Fue un paso más hacia la formación completa del Can. Sin embargo, los perros no se formaron del todo hasta los tiempos del famoso Rey Yogui I, el primer perro que existió, miles de años después de que yo me ocultase aquí. Tu nombre desciende de ese perro, Yogui. Es un honor llamarte así, como él.

-Gracias…

-Pero, has de saber, que ese nombre desciende a su vez de Yocki, que significa en una antigua lengua, "Pata Torcida". Yo me llamo Yocki.

-¿Yocki?-recordé a Don Raposu instantáneamente.

-Sí, Yocki. Tu nombre, en efecto, proviene del mío-sonrió-Además, ¿nunca te has parado a pensar que eres un perro muy especial?

-Bueno… Todos somos especiales.

-Exacto. Pero un perro tan especial como tú, ha de tener una raza. Y así es.

-¿¿En serio??-estaba fascinado.

-En serio. Tu raza es la más maravillosa y legítima de todas las razas caninas, ya que, posees la raza de ese primer perro que existió, Yogui. Por eso te llamas así. Tu raza proviene del aspecto original de los primeros canes.

-¡Guau! ¿De veras?-cada vez me asombraba más.

-Ajá-asintió El Señor de los Huesos-Pero, no cambiemos aún de tema. Yo volví a conseguir, bueno, más o menos, lo que hizo mi ancestro Pata Torcida, del que proviene mi apellido: Que no hubiese guerras entre los lobos y los perros o sus diferentes tribus. Sin embargo, a pesar de que los lobos están desterrados a los bosques, en los rincones más recónditos de la Tierra, condenados a no relacionarse con nadie que no sea de su especie, existe un grupo llamado "Lobuista", que curiosamente está formado mayoritariamente por mis variados descendientes, que desea conseguir El Hueso para fines bélicos.

-Sé lo que es eso… Mi padre… Es uno de ellos…

-¡Oh, que terrible! ¡Pobre cachorrito mío! Bueno… Así que lo que quieres, es vivir aquí conmigo. Te advierto que es horriblemente aburrido… Pero… ¿acaso no tienes familia?

-Bueno, sí, mi Padre, el Lobuista, y…

-No, no, no, no me refiero a esa clase de familia… Cuando yo vivía muchos perros habitaban con los humanos, como si fueran sus hermanos, y nunca se separaban de ellos. Hace mucho que no salgo fuera, ¿acaso las cosas no siguen siendo así?

-Sí. Sigue habiendo humanos y perros juntos-dije yo.

-¡Pero son unos monstruos!-"saltó" Lazzie-¡Tienen a sus mascotas como juguetes, y no les dejan conocer la libertad! ¡Les hacen creer que ellos también son personas, y no les cuentan ni tan solo quién sois vos!

-Tal vez si no les cuentan quién soy yo… Es porque no lo saben.

-¡Ya, pero son malvados, y…!

-¿Y qué, mi pequeña? Desde los tiempos de Pata Torcida, los humanos y los perros han sido como auténticos congéneres. Ellos son diferentes de nosotros, y a veces pueden cometer errores. Pero nos quieren, al igual que nosotros les queremos a ellos, y a veces somos injustos. Tienen errores, pero… ¿quién no los tiene? Ni siquiera las divinidades son perfectas… Pero nos perdonamos los unos de los otros, y aprendemos, enmendamos errores… Y admitirlo es de sabios. Que haya humanos malvados, no significa que sean todos igual. ¿O acaso entre los perros no están los perversos Lobuistas? Los seres vivos somos libres de decidir que camino hemos de tomar… Algunos se hacen malvados, otros sabemos escoger el camino correcto… Estoy seguro de que tú, mi niña, podrás encontrar una buena familia humana, que te acoja…

Yo agaché las orejas. Estaba más confundido que nunca. La mayoría de animales a los que había conocido habían tratado a los humanos de "Bárbaros". Esperaba encontrar mi camino, con El Señor de los Huesos. Que él me guiase y me ayudase también a plantar cara a los humanos, y a iniciar un Reinado de los Perros sobre los humanos. Lazzie y otros tantos me habían incitado a ir por el camino de la guerra, del odio, del rencor. Y cuando he encontrado por fin a El Señor de los Huesos, me dice que he de volver con los humanos, mi verdadera familia.

-Así que te has escapado de casa, ¿eh?

-¿Cómo sabéis vos eso?-pregunté sorprendido.

-Yo lo sé todo. Y tus dueños anhelan verte otra vez. No importa la raza, ni la especie. Todos somos hermanos. Y ellos también son tu familia.

-Pero…

-Vé, mi pequeño, por el ojo de la sabiduría.

Entonces, se arrancó el ojo de cuajo, y me lo acercó. En él veía, a mis tristes dueños, sollozando por mí.

Yo no sabía que pensar. Verlos tan tristes me dio muchísima nostalgia y lástima. Sentía que debía regresar con ellos, pero… ¿Había hecho este viaje para nada? ¿Cómo era eso posible?

El Señor de los Huesos, se volvió a colocar su ojo.

-Haz lo que desees. Eres libre de decidir. Pero, ellos, han sido los que te han criado, y lo que han vivido toda su vida contigo. Los perros, necesitamos a unos hermanos de otra raza para ser felices, y compartir nuestros sentimientos. Los perros y las personas, estamos unidos. Por cierto, Yogui, supongo que sabrás que eres el Elegido, y lo que conlleva serlo. Si deseas quedarte, tendrá que ser como El Señor de los Huesos, y yo descansaré en paz. Si decides convertirte en lo que yo soy ahora, no podrás irte. Tienes que proteger El Hueso, hasta que un nuevo Elegido, decida ocupar tu puesto. Pero solo hay un Elegido cada cien millones de años. Hasta entonces tendrás que esperar.

Me quedé pensativo.

Pero los milagros no habían hecho más que empezar.

-¡Ah, socorro! ¡Me duele! ¡Me duele mucho! ¡Creo que voy a morir!-exclamaba Lazzie.

La garrapata había conseguido adentrarse en su corazón, y sacarle toda su sangre.

-¡No puedo más! ¡Estoy muriéndome! ¡Socorro! ¡Que alguien haga algo!

-¡¡Apartaos!!-gritó El Señor de los Huesos.

Se acercó a Lazzie.

-Insecto cobarde y minúsculo, que te atreves a perjudicar a los demás de la única manera que puedes, alimentándote vilmente de su sangre. Sal del cuerpo de mi hermana, de mi hija legítima. Sal de su alma, porque jamás te apoderarás de ella.

¡Polvo eres, y en polvo te convertirás!

Un rayo de luz invadió la estancia. Lazzie abrió los ojos que antes, sin que le quedasen fuerzas, había cerrado, y sonrió.

-¡Hija mía! ¿Estás bien?-El Señor de los Huesos la abrazó.

-¡Lazzie! ¡Querida!

-Yogui, gracias por estar a mi lado.

-Jamás te abandonaré.

-Querida hija-interrumpió El Señor de los Huesos-Algo me dice, que deseas que te conceda algo.

-Sí, Señor. Mi madre murió asesinada cruelmente por unos humanos, que me hicieron coger odio hacia ellos. Vos me habéis hecho ver, que no todos han de ser así. Muchos, pueden comprendernos, y amarnos, igual que los canes, nos amamos entre nosotros. Sin embargo, mi familia se ha ido encontrando a lo largo de los años, únicamente con hombres despiadados, según tengo entendido. Mi amada abuelita, a la que yo, ni siquiera conocí, falleció también por culpa de humanos. Mi mamá me decía cuando era niña, que ella había conseguido un alma, que vos le habíais otorgado. ¿Es eso cierto? ¿Podré ver a mi abuelita? ¿También a mi madre?

El Señor de los Huesos agachó la cabeza.

-Lamento lo de tu madre, la cuál arriesgó su vida por salvarte. Pero, no fue suficiente para que le pudiese otorgar un alma. Solo puedo dar un número limitado cada cierto tiempo. Pero tu abuela… Al parecer no sabes su historia. Ella arriesgó su vida por el mundo. Y hay posibilidades de que la conozcas-sonrió.

El Señor de los Huesos se apartó.

Tras él se encontraba una anciana perrita, tan linda, que podría ser un hada.

-Hola, mi niña-dijo dirigiéndose a Lazzie-Mi querida nietecita…

-¡Abuela!-Lazzie corrió a abrazarla.

-Tu abuela, querida cachorrita-dijo El Señor de los Huesos- Es la Perra de las Estrellas, el más importante puesto que se le puede conceder a un espíritu. Se llama Laika, y nació en Moscú. Fue enviada desde Rusia, por los humanos, en un aparato volador, como un ave, al espacio. Fue el primer ser vivo en ir al espacio. Desgraciadamente, la avaricia de esos humanos no conoció límite, y volvieron a enviarla en otra misión, para que llegase hasta la Luna, y la pisase. Ella luchó por conseguirlo. Pero murió a las pocas horas del despegue. Me compadecí de ella, y le di un alma sin pensármelo. Es el mayor y más importante Perro de la Luz de todos.

Pero Lazzie no escuchó mucho a El Señor de los Huesos. Ella había encontrado a su abuelita, que además, era mucho más importante de lo que ella hubiese imaginado nunca. Pero se conformaba con haberla encontrado. Y juntas comenzaron a cantar…

- La niña duerme, bajo el azul del cielo,

Y sueña con las doradas estrellas.

Aquella que más brilla, su abuelita,

La quiere para ella…

Aquella que más brilla, su abuelita,

La quiere para ella…

-Me alegro de que todos hayáis encontrado lo que buscabais. Creo que ahora ya habéis dado con vuestro destino. Será un placer teneros aquí como huéspedes-dijo El Señor de los Huesos.

-Aún no hemos terminado de pediros todo lo que queremos-dijo Balto.

-¿Ah, no? Te escucho encantado, Balto. ¡Habla! ¿Qué ocurre? ¿No quieres volver al cielo, ni abandonar a tus amigos? ¿Es eso, verdad? No te preocupes, puedo conseguir que alguien ocupe tu lugar en el cielo. Puedes quedarte aquí, y ser… El Perro de la Lluvia, y el del sentimiento, que llora, y que ama. ¿Te parece bien? Si en unas semanas alguien no ha ocupado tu puesto como Perro de la Aurora Boreal, de la fidelidad, y la valentía, entonces tendrás que volver. Pero te prometo que en unos meses encontraré un sustituto.

-No es eso, Señor. ¿Usted se acuerda?

-Bueno… ¿Acordarme de qué, Balto?

-De que, bueno, en mi forma inerte, invisible, incolora.-- En fin, en mi forma de espíritu que he de adoptar para ir al cielo… No puedo llevar objetos conmigo, porque yo no tengo peso. Soy como el aire.

-Ya lo sé. Yo también puedo adoptar esa forma, claro. ¿A qué viene todo esto?

-Vos me prometisteis que cuidaríais mi preciado medallón, y que le daríais un lugar muy especial. No voy a descuidar mi puesto. Tan solo ver por última vez ese medallón de mi querido dueño. Poder volver tenerlo en mis patas, aunque sea por última vez, y me iré.

-Vaya, con que te refieres a eso.

-No pretendo ser desconfiado. Sé que vos le disteis un lugar especial y lo estáis protegiendo, pero quisiera poder verlo.

-Verás, Balto. Es un deseo imposible. ¡Por mi Pata Torcida! No puedo concedértelo.

-¿No me lo habéis guardado? ¿Me engañasteis?

-¡No pienses eso de mí, por favor! Es solo que… Tú me lo confiaste, y yo te lo guardé. Ese era el trato. No vas a poder volver a verlo en toda tu vida.

-¿Cómo? ¡No me hagáis esto, Señor! ¡Necesito verlo! ¡Tocarlo! ¿No le guardó ese lugar especial…?

-¡Claro que sí…! ¡Y tanto…! Pero… Verás, Balto. Nadie podrá volver a tocar tu medallón.

-¿Y eso por qué?

-No te lo puedo decir…-El Señor de los Huesos agachó la cabeza.

Me arrimé a Balto.

-Lo siento mucho, de verdad. Lamento que tu viaje hasta aquí no haya servido de nada… Pero nosotros te apoyaremos.

-No os preocupéis. Este viaje me ha dado uno de los mayores regalos que pudiese desear: Teneros a mi lado.

-Si El Señor de los Huesos, no te da el medallón, Balto, yo me marcharé contigo. Moriré si es necesario. Tengo un alma garantizada ya que soy el Elegido, e iré contigo al cielo. No te abandonaré.

-Gracias, Yogui. Pero tu destino está aquí. Si El Señor de los Huesos no me da el medallón tendrá algún motivo. No se ha de despreciar. Quédate con él, Yogui.

-No, estoy muy indignado. El Señor de los Huesos ya no es mi amigo.

-¡Os lo suplico! No malinterpretéis las cosas. Yo también lamento no poder darte el medallón.

-Y si tanto lo lamentáis, ¿no podríais al menos explicar a sus humildes siervos la razón de su elección?

-No. Lo lamento.

-Pues nos da igual que lo lamentéis. Yo me voy con Balto.

-¡No os vayáis! No es por cabezonería por lo que no os muestre el medallón.

-¿Por qué, pues, Señor?

El Señor de los Huesos suspiró.

-Porque… el medallón muestra el camino a El Hueso. ¡Es un mapa! He convertido el medallón en un objeto mágico, que muestra la ruta hacia El Hueso, y que solo puede ver, guiado por espíritus, El Elegido.

-¡Por favor, Señor! ¡Solo déjeme tocarlo!

-Lo siento mucho, pero no.

Tanto Balto como yo empezamos a comprender sus razones. Nadie podía saber donde estaba El Hueso, ni podía dejar de estar en un lugar seguro que El Señor de los Huesos tuviese bien vigilado.

-No importa, Señor-dijo Balto-Yo lo comprendo. Bueno, Yogui, Lazzie, espero que viváis muy felices aquí y desearía veros de nuevo algún día.

-Supongo que esto es una despedida-dijo Lazzie-Eres uno de los más maravillosos perros que he conocido.

-Gracias, Lazzie.

-Yo me iré contigo-exclamé.

-No, Yogui. Hazlo por mí. Quédate.

-Te echaré de menos, Balto… Hasta siempre.

-Hasta siempre, mis pequeños.

Balto estaba a punto de marcharse. El Señor de los Huesos estaba realmente apenado.

-Espera, Balto-dijo el Gran Perro mientras volvía a suspirar.

Se quitó su manto de piel de lobo, y dejó ver el colgante sujetado por su cuello. Se lo arrancó y se lo puso a Balto.

-Tenlo tú. Confío en ti, y sé que no caerá en manos de ningún desalmado Lobuista. Tienes entre tus patas el mapa hacia El Hueso. ¡Protégelo!

-Vaya, vaya… ¡Que interesante, abuelito mío!

Todos nos dimos la vuelta y miramos hacia el fondo de la cueva.

Era mi padre.

CONTINUARÁ…

Y ahora los enlaces de las fotos… os daréis cuenta que papi hace cada vez menos fotos y solamente hace “click” si hay algún nuevo colega en el parque… ¿Por qué será?.

Están colocados del más antiguo al mas reciente.

Hasta el 8 de SeptiembreCarreras y caracolesDiversionesBailesLlegó OctubreDías de PiscinaDos amiguitosAres y LasDurante el puente

Patitas para tod@s, Guaus y Lametones

Yogui

domingo, 14 de noviembre de 2010

Dos capítulos para pedir perdón

Pues si que esta vez me he retrasado… La verdad es que no han pasado muchas cosas nuevas, si que ha habido algún que otro nuevo colega que ha aparecido por el parque, pero nuestras aventuras de finde siguen siendo como siempre… las típicas reuniones entre amigos ¿o no? jeje

Bueno pues el caso es que para resarciros un poquito he decidido otorgaros el placer de leer dos nuevos capítulos de mis otras aventurillas… y allí van

Castrado y con nueva novia…

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Vuelvo a las andadas. Aunque ahora que estoy castrado tengo que decir que soy un perro verdaderamente feliz, ya que no tengo que preocuparme por las chicas ni por hacer cosas con ellas. Pero una cosa es eso, y otra cosa es el amor. Y es que por Lazzie, no era “excitación” lo que sentía, sino amor, un gran amor, afecto y cariño. Un amor que no había sentido por nadie. Así que, perdonad por las cursilerías que voy a decir en este nuevo capítulo, pero esto es un diario, y lo que voy a contar, refleja a la perfección lo que sentí aquella encantadora noche.

Os dejo con…

XIV) Amor

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La misteriosa figura dio media vuelta y se escondió entre los arbustos.

-Juraría haber visto algo-dijo Lazzie.

-¿Algo? No… Estooo… No, no. Yo… no he visto nada.

-¡Qué extraño!

-Bueno. Habrá que ir… caminando hacia el parque. ¿No? ¿O… prefieres… ir a otro sitio?

-No. No. Podemos perdernos, y a ver cómo nos organizamos para encontrar a Balto.

-Como… prefieras.

-Pues pongámonos en marcha.

Una sonrisa de satisfacción se representó en el rostro de la misteriosa figura.

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Estaba anocheciendo, y la niebla cubría las calles de Odate, en Japón. Lazzie y yo, veíamos bien poco, y nos costaba caminar sin tropezar con alguna piel de plátano, o alguna cáscara de nuez, que los humanos habían desperdigado por ahí.

Las aceras estaban despobladas. Caminábamos solos, aunque, al menos a mí, me daba la impresión de que alguien nos seguía los pasos. Pero, caminar al lado de Lazzie, era más de lo que había soñado nunca, y hacía esfumarse a todos los temores y males que rondaban en mi pequeña mente.

Estuve pensando en ello durante casi una hora, hasta que, por fin, nos detuvimos ante un gran recinto repleto de prado y jardín. Desgraciadamente, estaba vallado, y un fornido guardia, vigilaba la entrada.

Un cartel indicaba: NO PERROS.

Y aunque entiendo todos los idiomas, no sé leer humano, y la señal siempre se ha representado con un perro haciendo sus necesidades y una raya diagonal tachándole.

Era algo así, pero con letra japonesa:

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El guardia parecía no habernos visto, así que nos aproximamos, pero… ¡notó nuestra presencia!

-¡Ey, chuchos! ¡Venga, fuera! ¡Alejaos! ¡Rápido! Se prohíbe la entrada de perros, ¿o es que no lo veis aquí? ¿Eh?

Llevaba una enorme porra, a la que yo tenía miedo, y con ella señaló el cartel que antes tanta rabia me había dado.

Lazzie y yo, retrocedimos un poquito.

Entonces, noté como un elegante señor, vestido de etiqueta, se acercaba con su elegante mascota perruna: Un cursi caniche de pelo blanco, que andaba firme y coquetamente. Su dueño se dedicaba a pasar las hojas de un libro sobre cómo educar a los perros, y de vez en cuando, le soltaba a su mimado can, algún comentario, como si le fuese a contestar.

-¿Y ahora que vamos a hacer para entrar ahí?-me dijo Lazzie, mirando al señor de la porra.

Pero yo había estado todo el rato, reflexionando sobre el hombre elegante, así que le contesté:

-Tú… Espérate aquí… Creo… Creo que tengo algo.

Y me acerqué al guardián.

-¡Espera, Yogui, no! ¡¿Estás loco?!-me gritó ella.

-¡Eh! ¡Perro! ¿No te dije que te alejaras?-y me amenazó con su porra.

Acto seguido yo me tiré al suelo, y comencé a gemir lastimosamente.

El hombre elegante oyó los gemidos y se acercó corriendo.

Se agachó a verme:

-¡Oh, cielos! ¡¿Qué le ha hecho a ese pobrecito perrito?! ¡Está malherido!

-Yo… nada… Solo levanté un poco mi porra-dijo el guardia desconcertado.

-¡Los perros son muy sensibles!

-Pero, es que de alguna forma tenía que impedir que entrase en el parque, ¿o no?

-¡Asesino! Le ha asesinado-arrimó su oreja a mi pecho-¡No le late el corazón! ¡Oíd todos los que estéis por aquí! Este hombre que veis aquí, es un asesino de animales-comenzó a dar voces- Se dedica a hacer daños a canes inocentes con la excusa de que han quebrantado alguna norma.

-¡Oiga! ¿Quiere callar?-el guardia le tapó la boca-¡Deje de armar tanto alboroto, o seré yo el que le denuncie por escándalo público!

-¡Asesino!-siguió gritando.

-¡Oiga! Si tanto le interesa ese perro, ¿por qué no se lo lleva a su casa y le da un tazón de lechita caliente?

-¡Tiene dueño! ¿No ve que lleva collar?

-Pues llevéselo a su casa de verdad, pero a mí déjeme en paz.

-Eso es lo que haré-dijo muy convencido el hombre elegante.

-¡Pues al diablo!-e hizo un gesto grosero.

Pero, entonces, yo me levanté de un brinco, y, junto con Lazzie, pasamos por debajo de las piernas de los dos humanos, y conseguimos traspasar las vallas, metiéndonos por entre los barrotes.

-¿Lo ve? ¡Ha huido de usted! ¡Le tiene miedo! ¡Gracias a sus “delicadas” formas, se ha espantado, y ha reunido todas sus últimas fuerzas para escaparse!

-¡Sí! ¡Y un cuerno! Esos chuchos no tienen nada que ver conmigo, lo único que me interesa es que salgan ahora mismo del parque-y quiso penetrar en el parque.

-¡Usted lo que va a hacer es ir a comisaría y declarar que hay un perro desaparecido en el Parque Okina Ki, y voy a ir con usted, para asegurarme de que lo hará!

-¡Usted déjeme en paz! ¡Cogeré al perro y lo sacaré del parque! ¡Usted haga lo que quiera con los dos! ¡Pero a mí déjeme en paz!-pegó un resoplido-¡Odio los perros!

-¿Lo ven? ¡Ciudadanos de Odate! ¡Este hombre acaba de confesar que no le gustan los animales, y que por eso se dedica a torturarlos como actividad de ocio!

-¡Oiga! ¡Eso es mentira! ¡Baje el volumen! Y le diré que sí me gustan, y mucho, los animales. Los perros son otro cantar. No tergiverse las cosas, ni meta por medio a esos horribles animales piojosos.

-¡Ahhh! ¡Ha insultado a los mejores amigos del hombre! ¡Blasfemo!

Y el hombre elegante se tiró encima del guardián, y le empezó a dar librazos a diestro y siniestro. El caniche, mientras, animaba a su amo.

-¿Ya has robado ese periódico?

-Sí, Jack.

-¡Pues tráemelo de una vez!

-Aquí está.

-Gracias… ¡Genial! ¡El notición del siglo! Los animales organizan una revolución… Y… se busca, a dos inconscientes Yakuza, causantes de un gran revuelo y desorden en la ciudad de Odate, durante esta mañana. ¡Fantástico! Hoy hemos tenido un día de perros. Nunca mejor dicho. No solo sufrimos accidentes, se nos estropea el coche, una banda de simios nos ataca, y yo, me caigo a una fuente, sino que, después de que esos tres chuchos y ese maldito caballo, se nos escaparan, toda la policía de Odate se pone a perseguirnos. Y nosotros, tenemos que huir, a patita, como animales…

-Bueno, hay que mirar el lado positivo de todo.

-¡¿Y cuál es?!

-Le he robado la cartera a un guardia del Zoo, con el coche en marcha.

-¡Déjame verla! ¡Oh, pero si le has hecho un agujero, con tu maldita navaja! ¡Se ha caído todo el dinero! ¡Solo queda su carné…! ¡Eres un iluso!

-Lo siento, Jack…

-Anda, vámonos. Hay que escapar de la policía. Nos están buscando por toda la ciudad. Hoy dormiremos en algún banco, de algún parque oscuro. No pueden vernos.

-Está bien…

-¡Oh, Joe! ¡Esto es increíble! ¡En un solo día, después de tener una tapadera perfecta durante años, estamos buscados, despedidos, acabados! Se ha muerto el Amo Johny Quebrantapiedras, y si nos llegamos a enterar unos minutos antes, no nos hubiesen liado en esa alocada persecución para dar con esos animalejos inútiles, y nada de esto hubiese pasado.

-Lo siento, Jack.

-¡No sientas nada! La Mafia Yakuza, también está pasando un momento duro. Como su Rey, el Amo, ha muerto, se tardará en elegir un nuevo rey*, y probablemente comience una guerra Yakuza… ¡Eso tenlo por seguro!

Y es que quienes estaban conversando misteriosamente, eran aquellos Yakuza que nos habían estado persiguiendo por la mañana, y que ahora estaban siendo ellos perseguidos, por la Justicia. Estaban buscando un lugar de refugio, y se estaban acercando, ¡al parque dónde Lazzie y yo paseábamos!

Ambos estaban de un humor de gatos (“De perros” para los bipes).

Su aspecto hacía deducir que no se trataba de buenas personas, y que no tenían precisamente “el día”. Eran misteriosos, y muy oscuros, y observaban todo con una mirada criminal.

Por fin, llegaron, a dónde el guardia y el hombre elegante se estaban tirando de los pelos, dándose librazos, bastonazos, porrazos, y mordiéndose como si de congéneres míos se tratara.

Ambos miraron a los recién llegados. Estaban ataviados de negro, como ya comenté en numerosas ocasiones, y parecían una verdadera aparición en mitad de la noche.

-Bueno… Je je…-dijo el hombre elegante-Yo… solo estaba recogiendo mi libro, que se me había caído al suelo… Ya me marchaba… Vámonos, Pudoru…-exclamó el hombre elegante temblequeando.

El guardia se colocó en el centro de su calva su gorra visera, se arregló un poco, se estiró la ropa, y por fin, dirigió la palabra a los hombres vestidos de negro.

-Y bien, ¿qué desean?

-Entrar-dijo frívolamente Jack.

El hombre de la porra, observó detenidamente su apariencia, y “pinta” de maleantes, y finalmente, dijo sonriendo…

-Lo lamento. Pero, como he comentado hace rato, no se permite la entrada de perros-y volvió a señalar el cartel.

-¿Se permite la entrada, de perros con pistola?-Jack le devolvió la sonrisa, y sacó de su gabardina una pistola.

-¡Yogui! ¡Vaya alboroto has conseguido armar! ¡Pero has conseguido que podamos entrar…! ¡Eres… Bueno…! ¡Qué ingenioso eres!

-Bueno-me sonrojé-Se me ocurrió.

Lazzie me guiñó un ojo.

Una figura misteriosa nos observaba escondido tras unos arbustos.

-¡Ja ja ja, hay que ver qué cara se le puso al guardia cuando saqué la pistola!

-¡Qué buena idea has tenido, Jack!

-¡Bueno…! ¡No es para tanto! Aunque para ti sí… ¡Ya quisieras tener tú mis grandes ideas y mi mente privilegiada!

-Bueno… A mí también se me había ocurrido una idea…

-¿Ocurrírsete? ¿Ocurrírsete? ¡A ti lo único que se te puede ocurrir es que es mejor para todos que no se te ocurra nada… ¡Me abrumas con tus idioteces!

-Oye, amigo. ¡Yo no estoy ayudándote en esto para ver cómo me insultas!

-¿Ayudar? ¡Ja! Tú solo has ayudado a que los policías descubriesen nuestro escondrijo… ¡Contigo no hay manera de que seas discreto! ¡Tuvimos que huir de allí… corriendo! ¡Como el diablo! Los “polis” iban en buenísimos coches, y casi consiguen alcanzarnos. Si tú hubieras frenado cuando te dije, tal vez el coche no se hubiese estropeado del todo.

-¡Te dije que no había freno! ¡Los monos lo habían arrancado!

-¡Pues haberles arrancado tú los sesos! ¡A ver si tu inteligencia mejoraba en algo!

-¡Oye, no estoy dispuesto a que…!

-¡Tú no tienes que estar dispuesto a hablar más! ¡Y así me dejas tranquilo un rato! O te juro que te entrego a la policía. ¡Estoy harto!

-¡Son los Yakuza!-dijo Lazzie.

-¡No hay duda!-dije yo.

Ambos nos habíamos escondido en unos arbolejos que estaban cerca…

-Esos malditos perros-siguió diciendo Jack, o Yakuza Nº 1-¡Oh, diablos! ¡Tenía que ser hoy!

-¿El qué, compadre?

-¡Tú calla! ¿No ves acaso, que estamos rodeados de estatuas de perros?

En efecto, la pequeña plaza del parque dónde todos nos encontrábamos, estaba rodeada de estatuillas de perros por todas partes, y en el centro, había tres bancos, y una estatua de Johny Quebrantapiedras, en referencia a su gran “amor” por los perros y animales en general…

-¿Bueno, y por qué eso te molesta?

-¡Aparte de que tengo alergia a los perros, les tengo una enorme aversión a los tres chuchos de esta madrugada, y no me los puedo quitar de la cabeza! ¡Los veo por todas partes! ¡Mira, los veo allí, a lo lejos! ¡Y aquí, al lado mío! ¡Y en tu cabeza!

-Es verdad, son visiones… ¡Horribles! Yo también los veo detrás de esos arbolejos…

-¡Un momento, son ellos! ¡Están ahí!

-Sí, son un “esjepismo”…

-¡No, idiota! ¡Son ellos de verdad!-y le dio un puñetazo en la cabeza.

-¡Qué no! ¡Qué son una visión!

-¡Imbécil! ¡Yo soy el jefe, y te digo que son de verdad!-esta vez le dio un tortazo que resonó por todo lo alto-¡Esos malditos chuchos están a tres pasos nuestros, y nos miran con ojos suplicantes…!

¡Eso era mentira! Lazzie y yo los mirábamos con furia… Ese tipejo no tenía ni idea de expresiones faciales perrunas… Pero sigamos con nuestra historia…

-¡Oh, que tiernos!

-¡No, estúpido! ¡Son tiernos hasta que envían una jauría de monos para que te trituren! Pero esta vez no se escapan… ¡Ohhh!

-¿Y qué vas a hacer?

-Pues… Perritos, perritos… Venid con papá…

Pero Lazzie y yo, aprovechando que había anochecido del todo y ya no se veía nada, corrimos hasta otros arbolejos para escondernos…

-¡Maldición! ¿Dónde se han metido?

-¿Y ahora qué hacemos?

-Creo… Creo que tengo una idea… Aquí, en el bolso… Tengo algo…- y se sacó de su bolsillo derecho un delicioso muslo de ternera. Pero resistí la tentación de salir, más que nada porque Lazzie me agarró por la cola.

-Bueno, y ahora dejamos el delicioso muslito al pie de la estatua de nuestro querido Ex-Amo, que en paz descanse...Y ahora escóndete tras la estatua, Joe, rápido…

-¿Y qué? Son demasiado rápidos y sigilosos. De seguro cogerán el huesecito y volverán a esconderse, sin que nosotros nos hayamos dado cuenta siquiera.

-Pensándolo mejor… Tengo otra idea. Tú, deja de esconderte tras la estatua…

-Pero si acabas de decir que…

-¡Olvida lo que haya dicho! Tengo otro plan mejor… Ja ja…-se frotó las manos.

-¿Ah, sí?-dijo Joe escéptico.

-Quiero que te metas en esa papelera.

-¿Estás loco?

-¡No!-y, sin remilgos, lo metió dentro-Vas a sacarme de ahí la cuerda más grande que encuentres, y, todas las botellas o latas de metal que encuentres.

Después de un rato buscando, Joe extrajo de la basura los requisitos que Jack exigía, y solo entonces le dejó salir.

-¡¿Pero… para que quieres todo esto, Jack?! ¡No lo entiendo!

-¡Cierra el pico! Eh… Un momento. Juraría haber visto algo detrás de esos arbustos… Pero parecía un perro más grande… Bueno, es igual. De lo que se trata, mi querido Joe, es de lo siguiente: Pondremos el muslo de ternera entre los arbolejos, frente a la escultura de ese roñoso, avaro y maldito imbécil que se hizo llamar nuestro amo-rechinó los dientes-Bueno, después, nos ataremos la cuerda alrededor del brazo, y, por el otro extremo, ataremos el huesecillo, y le pondremos en la punta, un poco de chicle pegajoso. ¿No te parece brillante?

-¿Y por qué tendría que parecérmelo, Jack?

-¡Inepto! ¡Ignorante! Porque, los perritos no resistirán la tentación de ir a por su querido muslito, pero… Cuando lo toquen, se quedarán pegados gracias al chicle con el que he rebañado el huesecito. Al tirar, para intentar desprenderse, las latas resonarán, y nosotros nos daremos cuenta, de que han mordido el anzuelo. Entonces, los traeremos hacia nosotros, y… ¡los mataremos!

-¡Fantástico! Yo propongo que les tiremos por un acantilado.

-¡Tú no propongas nada! ¡Yo soy el que propongo!-se señaló con el dedo índice-Les degollaremos. Menos sufrimiento para ellos y menos estrés para nosotros. Estamos bastante ocupados escondiéndonos de la policía.

-¡Cierto!

Lo colocaron todo como estaba previsto, y se echaron en el suelo, a esperar.

-¡Yogui! ¡Ven!-gritó Lazzie-¡Tengo una idea!

-Pero… es muy peligroso salir-dije yo, muy cauto.

-¡Tú ven!

Y me explicó su gran estrategia al oído.

Sigilosamente, Lazzie mordió con sus colmillos el extremo a donde estaba agarrado el huesecito, pero sin llegar a tocarlo para evitar quedarse pegada. Después arrastró el cordel sin que este resonara por culpa de las latas, y lo ató a la estatua de Johny Quebrantapiedras.

Esperó un rato.

Los Yakuza se adormecían por el cansancio.

Al final, Lazzie se acercó a ellos, sin que se enteraran, y rompió el otro extremo de la cuerda a la que estaban agarrados.

Ahora, la cuerda solo estaba atada a la escultura de Johny Quebrantapiedras. Así que, llevó el otro extremo hasta donde estaban los adormilados Jack y Joe, ¡y ató la pierna izquierda de uno con la pierna derecha derecha del otro!

Ahora, me tocaba a mí cumplir mi parte del plan.

Ladré, e hice tintinear las latas.

Los Yakuza, se levantaron rápidamente.

-¡Ah, han picado! ¿Dónde están? ¿Dónde están?

-¡Eh, un momento!

-¡Qué caemos!

-¡Diablos, todas nuestras piernas están atadas, no podemos movernos!

-¡Camina, camina! Venga, yo doy un paso con el pie izquierdo, y tú con el pie derecho.

-¡Eh, una fuerza nos impide andar!-era la estatua de Johny Quebrantapiedras.

Así que empezaron a tirar, hasta que desencajaron la estatua, ¡y ésta cayó sobre ellos!

Comenzaron a correr asustados.

-¡El fantasma de Johny Quebrantapiedras!

-¡Nos persigue!

-¡Qué nos atrapa!

Y, dando traspiés y teniendo mil y un tropiezos, ¡acabaron rodando colina abajo, atados a la estatua!

-¡Un fantasma! ¡Quiere vengarse de lo que le dijimos!

-¡Tú fuiste el que le llamaste “maldito”! ¡La culpa es tuya!

-¡Mentira!

Y rodando, rodando, con las latas haciendo un espantoso ruido, consiguieron alertar a toda la población de Odate.

Terminaron aterrizando, frente a la salida del parque. Cuando intentaron levantarse, se dieron cuenta de que no estaban solos.

El guardia al que antes habían amenazado, los observaba con una sonrisa satisfactoria, y detrás de él, media docena de policías también sonreían, junto a un gran furgón para meter a los presos.

-Bueno, je je… Nosotros… Ya nos íbamos… ¿Eh?

-Sí, ya nos íbamos…

-Lo lamento, caballeros… No se admite la salida de perros enganchados a estatuas…

-¡Guau! ¡Lazzie! Tu idea ha sido fantástica…

-Es que tú no eres el único que tiene buenas ideas… Yo también puedo tenerlas…

-Claro…

-¿Paseamos un rato?

-Está bien…

Así que comenzamos a pasear tranquilamente por el parque… No me había sentido mejor en toda mi vida… A pesar de que la oscuridad reinaba aquella noche, parecía que la Luna había iluminado con todo su brillo a Lazzie, que relucía con todo su esplendor… Sus ojos brillaban a la luz de las estrellas, y, cada vez caía más en la cuenta, de que nunca había visto criatura más bella…

Los búhos nos observaban con sus enormes ojos, y entonaban una cálida y romántica canción, junto con todos los pajaritos y animalitos que por allí había…

-¿Sabes?-dijo Lazzie de pronto-Esto me recuerda a las noches que paseaba por los parques de Rusia con mi madre, en las noches cerradas… Cuando me entonaba esa canción, ese bello poema que nunca olvidaré…

La niña duerme, bajo el azul del cielo,

Y sueña con las doradas estrellas.

Aquella que más brilla, su abuelita,

La quiere para ella.

… Entonces me dormía, y ella me acostaba en su cálida espalda… Y ambas nos íbamos a acostar…

-Caramba, Lazzie… Eso es… Precioso.

-Lo es… Ojalá encontremos a El Señor de los Huesos… Y… yo pueda reunirme con mi abuelita, ya que es la única que ha conservado un alma…

-¡No digas eso! Seguro que tu mamá también está allí.

-Quizás, pero lo único que quiero ahora… Es encontrar a alguien de mi familia… ¡Oh, mi pobre abuela! ¡Murió por culpa de esos despiadados humanos! Pero algún día vengaré su muerte…

-Lazzie, vamos, cálmate…

-Yogui…

-¿Qué?

-Cuando encontremos a El Señor de los Huesos…

-¿Si?

-¿Te quedarás con él?

-¿Con El Señor de los Huesos?

-Bueno, sí, y… conmigo… ¿Te quedarás conmigo y con mi abuelita en el Paraíso de los Perros?

-Por supuesto, Lazzie… Jamás nos separaremos…

Me arrimé a ella.

-¡No quiero que nos separemos nunca!

-Siempre estaremos juntos, Lazzie…

-Verás, Yogui, yo… Tengo que decirte algo…

-No, Lazzie, tengo que decírtelo yo a ti… Yo… Te… Te…

-¿Quién es ese?

Nos detuvimos frente a la estatua de un pequeño niño semi-desnudo, con un arco y unas flechas…

-¿Ese? Creo que pertenece a la mitología, o religión, humana… Pero no creo que sea específicamente de Japón…

-¿Por qué tiene un arco?

-Bueno… Creo que es porque… Bueno, se dedica a disparar flechas desde el cielo… A quien le toque su flecha, se enamorará perdidamente del primer ser que vea…

-No creo que exista.

-Yo tampoco… Pero… En caso de que exista… Creo que a mí me ha dado-fui arrimando mi hocico, y le di un lametón…

-Creo que a mí también…-Lazzie me dio otro lametón…

La misteriosa figura observaba la escena con ojos relucientes… Estábamos solos… Era el momento…

Ambos nos dimos un lametón mutuo que me pareció que duró eternamente…

La sombra estaba a punto de saltar contra nosotros… Se estaba preparando… Cuando se iba a abalanzar…

-¡Lazzie! ¡Yogui! ¿Dónde estáis?

Gritó una voz…

-¡Lazzie, Yogui! ¡Yogui, Lazzie! ¡He encontrado algo!

Y el siguiente capítulo…

Y por fin encontramos la Ciudad Perdida…

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Pues eso… ¡Por fin encontramos la Ciudad Perdida! ¿Qué sucederá después? ¿Nos encontraremos con El Señor de los Huesos?

XV) Hachiko

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La sombra, se ocultó rápidamente al oír aquella voz.

-¡Yogui! ¡Lazzie! ¡Venid, rápido! ¡Hemos encontrado algo!

La voz que gritaba, pertenecía a Balto.

-¡Balto, Balto! ¿Qué ocurre? ¿Habéis entrado en la Ciudad Perdida?-dijimos Lazzie y yo, a la vez.

-No, pero estamos a punto.

-¡Bravo!-dijimos, Lazzie y yo, de nuevo.

-Espero que os hayáis portado bien, y que no hayáis cometido ninguna travesura, ¿verdad?

Nos reímos, mientras nos guiñábamos un ojo.

-Si nosotros te contáramos.

-En fin… Tenemos que ir con Crinés. Nos está esperando.

-¿Adónde vamos, Balto?

-Ya lo veréis…

Salimos del parque, y comenzamos a caminar otra vez, por las despobladas calles de Odate.

-¡Qué raro!-exclamó Balto-¿Qué hacen todos esos coches de policía por ahí? ¡Parece que hayan detenido a alguien!

Lazzie y yo, nos miramos el uno al otro.

Pudimos escuchar algunos gritos que provenían del camión de policía, algo así, como:

-¿Quieren dejar de gritar que no quieren que este chihuahua les vigile en el coche, por si acaso se escapan?

-¡No! ¡No queremos! Los perros organizan una revolución, ¡son más inteligentes de lo que pensábamos! ¡Tienen una mente privilegiada! ¡Nos persiguen por todas partes…!

-Pues hoy por la mañana, bien que no tuvieron remilgos en ponerse a perseguir a unos animalitos inocentes por toda la ciudad.

-¡Pero aún no sabíamos de la revolución! ¡Hasta saben hablar! Estamos seguros, pero nos lo quieren ocultar...

-Me da a mí, que más que a la cárcel, ustedes tienen que ir al manicomio… En fin, me da igual si les da miedo nuestro querido chihuahua. Hay órdenes de que les vigile el perro, y yo no puedo quebrantarlas…

-¡¿Quebrantarlas?! ¡O no, Johny Quebrantapiedras, el Amo! ¡Su fantasma también nos persigue! ¡Usted es la reencarnación de Johny Quebrantapiedras!

-¡Al diablo! ¿Quieren estarse callados de una vez?

-¡El fantasma del Amo! ¡Socorro!

-¡¡¡¡¡Cállense!!!!!!

De todos modos, nosotros dos sabíamos muy bien de quienes eran esas voces.

-Bueno, Balto. No podemos esperar ya más… -dijo Lazzie.

-Sí-añadí yo-¿De qué se trata la sorpresa?

-Veréis… Crinés me llevó al Cementerio de Perros, como me había prometido. Pero allí solo había tumbas y tumbas de perros vulgares y corrientes… Nada, comparado, con esto…

Nos enseñó un folleto con Johny Quebrantapiedras en la portada.

-Lo encontré en el cementerio. ¿A que no adivináis de que se trata?

-¡No, Balto! ¿De qué se trata?

-Bien, resulta, que nuestro querido Pez Gordo, Johny Quebrantapiedras, iba a organizar esa reunión, la conferencia, “Pequeño Corazón Animal”, en la estación de la ciudad, frente a una estatua, la estatua del Gran Perro.

-¡Sí, el Gran Perro! ¡Es verdad! ¡Él me lo contó! El Gran Perro… Pero, ¿qué quería decir?

-Cuando los japoneses dicen Gran Perro-continuó diciendo Balto-Quieren decir… Hachiko.

-¿Hachiko?

Pero Balto, no me contestó, porque en ese momento, apareció de entre la niebla, Crinés Rinés de Inés.

-¡Caramba! ¡Cuánto habéis tardado!

-Es que tardé en encontrar a Lazzie y a Yogui… Mea culpa-Balto sonrió.

-Bien, ¿les has contado lo que hemos averiguado?

-En ello estaba…

-No importa, comenzaré desde el principio.

-¡Gracias, Crinés!-dije-¿Quién es Hachiko, pues?

-Hachiko, el perro fiel, fue un perro de raza Akita, nacido en 1923 en la ciudad de Odate. Fue trasladado a Tokio por Eisaburo Ueno, su dueño, cuando apenas era un cachorro. Un amigo se lo había regalado. Pero, surgió un problema. El profesor fue destinado a Tokio, para impartir sus clases del departamento de agricultura. Y él, tuvo que aceptar. Así que, decidió llevarse a Hachiko con él, dos días en tren, metido en una caja.

-¡Qué crueles humanos!-dijo Lazzie.

-Cuando los sirvientes del profesor fueron a dárselo a éste, se dieron cuenta de que estaba muerto. El profesor, disgustado, lo cogió en cuello, y se lo llevó a su casa. Cuando llegó a su nuevo hogar, lo primero que hizo, antes de organizar todo, fue sentar al perrito en su regazo, y darle un poco de leche caliente. El cachorrito fue abriendo los ojos, y fue despertándose de su triste sueño.

El profesor, vio que tenía una de sus patas delanteras torcida, y se le asemejó a un Kanji, letra japonesa que representa al número ocho, y decidió llamarlo Hachi, que significa, Ocho en japonés… Había nacido, Hachiko, el perro fiel.

Hachi y el profesor enseguida cogieron un gran afecto el uno por el otro, de una forma que jamás se vio entre un animal y una persona.

Todos los días, Hachi iba con su amo a la estación de tren, y allí se despedía de su amo, que iba al trabajo. No necesitaba correa, se quedaba esperando a su amo tranquilamente en un banco de la estación. A la hora de comer, Hachi se levantaba y se aproximaba al tren. Allí, esperaba de entre todas las caras, ver aparecer a su amo. Cuando ambos se veían, los dos corrían para alcanzarse, y se daban un caluroso abrazo. Después, iban a casa, mientras charlaban amistosamente. Aunque ninguno pudiese contestar a lo que decía el otro, se entendían, ya fuese por sus expresivos rostros, o porque eran como un solo ser en diferente raza.

Así pasaron más de cinco años.

Un día normal como otro cualquiera, el perro vio desaparecer a su amo en el tren, como un día normal como otro cualquiera, se sentó en el banco, como un día normal como otro cualquiera, y cuando llegó la hora de comer en un día normal como otro cualquiera, se aproximó al tren como un día normal como otro cualquiera. Pero, a diferencia de un día normal como otro cualquiera, entre todas las caras que salían del tren, no había ninguna conocida.

-¡Lo abandonó!-dijo Lazzie furiosa-¡Será hijo de…!

-¡Chitón! ¡No blasfemes! ¡Murió! ¡Falleció de un ataque cardiaco, y, como todos, no pudo resucitar!-fue Crinés el que se puso más furioso aún-Cada día, Hachi volvía a la estación, y esperaba a que apareciese su amo, a la hora usual. Cuando se hacía de noche, se echaba en el felpudo de su casa.

Así transcurrieron, días, semanas, meses… Pero Hachi, cada vez se sentía más débil. Sin embargo, eso tuvo su solución. La historia de Hachiko, cruzó los mares, y las montañas, se extendió por todo Odate, por toda la región, por todo Japón, y por el mundo entero. Todos conocían a Hachiko, y todos se preocupaban por él. Siempre le traían deliciosas comidas para que probase, le traían compañeros perrunos para que jugase, le daban mimos y caricias, hasta le intentaban llevar a su casa… Pero Hachi solo quería esperar a su amo. Los ciudadanos de Odate, acabaron apodándole, “El Perro Fiel”, que en japonés, se pronuncia con una sola sílaba: Ko… Hachi-Ko. Hachiko.

Pasaron diez años, y Hachiko falleció. Todos los ciudadanos de Odate, lloraron por su muerte, y todos decidieron, erguir una estatua en su honor. Y es ésta estatua, que veis aquí…

Crinés Rinés de Inés, avanzó un poco, traspasó la niebla, y se detuvo frente a una gran estatua de bronce.

-Éste es Hachiko.

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-¡Oh, diablos! ¡Qué crueles son los humanos! Estoy segura de que el profesor no murió, y que le abandonó a su suerte…

-Lazzie-dije yo-No estoy de acuerdo. La verdad, llevaba unos días, en que estaba convenciéndome de que los humanos son malvados y terribles, pero esto me ha abierto el corazón. Ya no sé qué pensar… Mis dueños, ¿me quieren en verdad? ¿O no se preocupan por mí?

-¡Todos los humanos son unos bárbaros!-siguió diciendo Lazzie.

-Yo lo dudo-contestó Balto.

-¡Silencio!-dijo Crinés-Veréis, nosotros, los caballos, seguimos una religión.

-Pues espero que no sea como la de Monóru…

-¿Disculpa? Nosotros no creemos en la guerra entre una raza y otra. No creemos que haya razas malvadas, y razas buenas. Nosotros creemos en la paz.

-Pero… Tú viste lo malvado que es Johny Quebrantapiedras, el humano. Viste como trata a los animales-señalé yo.

-¿Y qué? ¿Acaso eso va a influir para que yo piense que todos los humanos son como él? Eso es no tener personalidad, y dejarse llevar por lo único que ves, cuando aún no has descubierto ni la mitad de las cosas. ¿Tu padre acaso no es malvado, según me contó Balto?

-Bueno, sí, pero…

-¿Y, alguna vez tus dueños te han tratado injustamente? Los caballos creemos que cada uno es distinto. Todos tenemos nuestros propios pensamientos, puntos de vista, y personalidad. Al igual que hay animales malvados y buenos, también hay humanos bondadosos y humanos despiadados. La vida de los caballos, depende también de los humanos.

-¿Cómo…?

-Nosotros creemos en la igualdad entre todas las especies. Por ello, creemos que cuando un caballo nace, está conectado con un humano, un humano, que es diferente a él físicamente, pero que está ligado fuertemente al caballo. Así nace la primera gran amistad de un caballo.

-¿Cómo sabes cuándo es tu humano?

-Se sabe. Solo hay un Jinete para un Caballo, y un Caballo para un Jinete. Cuando el Jinete se monta sobre ti, lo sabes. Sientes que estás fuertemente conectado con él, y aunque no puedas hablarle, uno siente los mismos sentimientos del otro. Le comprende, y aunque no pueda consolarle hablándole cuando está triste, solo necesitas dejarle que se suba a ti, porque eso es lo que le hace consolarse: Estar contigo.

-¿Ya has encontrado a tu Jinete?

-Aún no. Pero ya me han montado muchos humanos. Algunos eran crueles, como los sirvientes de Quebrantapiedras, otros, simplemente, no eran mi Jinete. Mi Jinete tendrá mis mismos sentimientos, buscará ansioso un caballo con quien compartir sus mejores momentos, y será dulce de corazón, igual que yo. Nos sentiremos unidos, como uno mismo.

-Vaya, Crinés, eso es… Maravilloso-dijo Lazzie.

-Sí.

-Pero,-dijo Balto-Sigamos hablando de la estatua. Frente a esta estatua quería celebrar Johny Quebrantapiedras, su famosa reunión, en honor al amor por los animales. Pero aquí viene la parte interesante… La estatua, fue construida en abril de 1934, pero fue fundida y convertida en armas de guerra, como el resto de las estatuas de Japón, a causa de la Segunda Gran Guerra Humana (O “La Segunda Guerra Mundial” para las personas). Por lo tanto, el hijo de Teru Ando, constructor de la primera estatua, decidió volver a construir esa escultura. Da la casualidad, de que ambos, padre e hijo, eran unos grandes amantes y protectores de los animales, hasta tal punto, que cuenta la Leyenda, que El Señor de los Huesos, les encargó la misión de proteger a los perros y animales en general. Les nombró Hijos de las Estrellas, más concretamente, Hermanos del Aire, que vela por la seguridad.

-Exacto-añadió Crinés.

-Creemos-Balto volvió a hablar-Que al arrancar la primera estatua de su Lugar Sagrado, quedó una entrada a una gruta. Afortunadamente, todo el mundo “sabía” que eso no era más que la Tumba de Hachiko, y no les agradaba la idea de entrar allí. Pero el constructor de la estatua, sabía que allí se ocultaba la Ciudad Perdida, y que era un Lugar Sagrado…

-¡Guau!-exclamamos Lazzie y yo-¡Increíble!

-Los habitantes de Odate, decidieron volver a construir la estatua. Así que, el constructor, antes de fallecer, le pidió a su hijo que se ofreciese voluntario para construir la estatua. Con que, el hijo del escultor, tapó la entrada de la Ciudad Perdida, pero, dicen los mitos, que, si aplicas la adecuada contraseña, la tapa se abrirá, y podrás entrar en la Ciudad Perdida.

-¿Una contraseña?

-¡Claro! Hachiko murió al pie de dónde se levantó después su estatua, porque sabía que era Tierra Sagrada, y que se llevarían su espíritu a la Ciudad. Pero, entonces la entrada estaba tapada con tierra. Cuando fabricaron su tumba, debieron ignorar la gruta que conducía a la Ciudad Perdida, y no quisieron investigar hacia donde conducía. Pero, al fundir la escultura, la entrada quedó abierta. Nadie se acercaba allí, porque no tenían ganas de ver un cadáver descompuesto.

-Pero… Un momento-dije yo-¡Ahora todo cobra sentido! ¡Claro que sí!

Dónde el Reino Perdido esté

Y también el Hueso verás,

Estarán los huesos,

De alguien más…

Bien, eso ya sabíamos que era una tumba, pero…

El mejor amigo del hombre,

Nunca se separará,

De lo que por la Muerte,

Separado está…

Y este viejo acertijo prueba,

El Dicho, que dice verdad.

¿Es que no os dais cuenta? ¡Se refieren a que aunque su amo hubiese muerto, Hachiko nunca perdió la esperanza de encontrarlo! Siempre se quisieron, aunque estuviesen separados, siempre hubo una conexión entre ellos. Hachiko, un perro, tuvo por mejor amigo, a un hombre.

-¡Exacto! Pero aún seguimos sin saber cómo entrar…

-Creo… Creo que tengo algo… Sí…-dijo Balto.

-¿Qué tienes?

-¿Recuerdas, Yogui, lo que ponía mi collar? “Balto: : Resistencia- Fidelidad- Inteligencia. Perteneciente a Boby Kamarát”. Pues aquí, en el folleto, pone que…

-Un momento, un momento… ¿Sabes leer humano?-dijimos Lazzie y yo.

-¡Pues claro!-dijo Crinés.

-¡Por supuesto! ¿Cómo queríais si no que Crinés y yo nos enterásemos de todo lo que os hemos contado? En el cielo, se aprende mucho, niños. Como dije un antiguo proverbio japonés: “Hay cosas que se aprenden hasta muerto”.

-Vaya…-ambos nos quedamos patidifusos.

-Bueno, lo que quiero decir, aquí pone también algo parecido a lo que ponía mi collar: “Hachiko: Amor- Lealtad-Valor”. Y, si os fijáis, en la base de la estatua. Hay una especie de imágenes que juegan el papel de jeroglíficos. Son un corazón, un león, un perro, una aguja, una mariposa, una paloma, y una nube. ¿Qué creéis que pueden significar?

-¡Claro! Hay que apretar los dibujos, en el orden correcto. Pero alguno, sin duda sobra. Creo que… Amor, se describe con un corazón.

-Bien-dijo Balto, y lo apretó.

-Lealtad, con un perro, nosotros somos muy leales, aunque también somos muy valientes… Pero sin duda, el papel de Valor, se le asigna… ¡Al león!-Lazzie parecía haber resuelto el misterio en menos de un minuto.

Balto apretó el último dibujo, e intentó levantar la tapa.

-¡Ahhh! ¡No se puede! Creo que mi idea no iba bien encaminada.

-Yo creo que sí-dije-En las películas humanas de aventuras, muchas veces, se dan vueltas a ruletas, o esculturas, para abrir una entrada, y ya que son, tres dibujos, podremos darle tres vueltas.

Así que todos nos dispusimos a girar la estatua de Hachiko, con toda nuestra fuerza.

-Y ahora… ¡Hay que levantarla! Una, dos y…

-¡Bravo!-gritó Crinés-¡Lo hemos conseguido! ¡Hemos abierto la entrada!

-Sí,-dijo Balto-Pero hemos pegado un buen golpe al levantar la estatua, y las luces de los edificios se están encendiendo. Hay gente asomándose por las ventanas, y gente saliendo de sus portales. ¡No tardarán incluso en venir guardias!

Efectivamente, la gente se había despertado con todo el alboroto.

-¡Rápido! ¡No hay tiempo que perder! ¡Entrad!-gritó Crinés.

-¿Tú no vienes, Crinés?

-¡No! Yo tengo que encontrar a mi Jinete, y no creo que El Señor de los Huesos, se dedique a resolver problemas de caballos, precisamente.

-¡Espero que lo consigas!-gritamos.

Crinés Rinés de Inés se alejó, y nosotros lo perdimos de vista.

Pero, con las prisas, se nos olvidó de volver a tapar la entrada a la gruta.

Los tres, nos adentramos en la misteriosa gruta oscura, con la esperanza de encontrar a El Señor de los Huesos.

CONTINUARÁ…

Y así van las cosas… pronto habrá otros capítulos y quizás nuevas aventuras.

Muchos Guaus a tod@s

Yogui

jueves, 9 de septiembre de 2010

Agosto… c’est fini!!!

Pues sí, amig@s… después de un mes largo de silencio por las vacas esto se ha acabado y vuelve la rutina del trabajo diario de todo buen perro.

Pero no os voy a hablar, de momento, de como me ha ido en el regreso. Ni tampoco es momento de enrollarme con otros nuevos capítulos de mis nuevas aventuras (las dejaré para bien entrado septiembre), sino de como he pasado este mes de vacas perrunas en las que ha habido de todo, buenos y malos momentos que, en seguida os empiezo a contar…

Ah!, se me olvidaba. Os tendréis que armar de paciencia porque hay muchas fotos y a lo mejor me sale un poquito largo este post jejeje.

Todo comenzó un día de finales de agosto… no era finde y, sin embargo, papi no había ido a trabajar. Además, empezaron extraños movimientos logísticos dentro de casa… aparecieron unas maletas de no se sabe donde y mucha ropa encima de las camas. Estaba claro, dije para mi, otra mudanza. Así que empecé a ordenar mis juguetes y cosas no fuera que se las olvidaran. Pero qué equivocado estaba, ni por un momento pensé que era otro tipo de mudanza.

Solamente cuando todas las cosas estuvieron bien empaquetadas y mami sacó mi camita de viaje comprendí que aquello era lo que los bipes llaman “las vacaciones de verano”. ¡Qué excitación! Estaba emocionado porque sabía que me iba a ir con ellos pero ¿dónde?…

DSC02582El viaje en coche duró mas tiempo de lo previsto y, aunque nos paramos varias veces para descansar, se hizo un poquito largo; pero al final, cuando entramos en una gran ciudad al borde del mar  y comenzamos a pasear creí que habíamos llegado a nuestro destino y sin embargo… Otra vez me había equivocado, ya que, de repente, volvimos a entrar en el coche y nos metimos dentro de una cosa muy grande que flotaba en el mar.

He de deciros que yo no soy un perrito marinero y es que DSC02581, desde aquella terrible experiencia de mi niñez en el “Curueño”, tengo cierta animadversión al agua, salvo que ésta sea para beber. Así que allí me tenéis dentro de una enorme cosa que papi llamaba “el Ferry ” preguntándome para qué serviría el tal ferry, cual sería mi habitación porque se hacía de noche y, sobre todo, cual sería nuestro destino final.

DSC02619Ya era de noche cuando sonó una potente sirena y aquello comenzó a moverse. Yo estaba dentro de lo que papi llamó mi camarote que, para que deciros, era igual que si estuviera en una perrera… no demasiado cómodo pero al menos estaba acompañado de otros colegas en mi misma situación los cuales empezaron a aullar lastimeramente al compás de la sirena.

A la mañana siguiente papi me vino a buscar y emprendimos otra vez viaje pero, ¿dónde estábamos?. En seguida mi olfato me confirmó que había mucha agua a nuestro alrededor… ¡Se trataba de una isla! ¡horror! ¿acaso éramos náufragos?. Bueno dije para mí, al menos estoy con papi y mami…

La verdad que este tipo de naufragios se lleva bastante bien, por lo menos encontramos una habitación muy cómoda en un extremo de la isla que papi llamaba Menorca . Llegamos bastante pronto por lo que tuvimos oportunidad de echar un pequeño vistazo a las playas de la zona, incluso me dí un pequeño baño, el primero en el mar en toda mi vida, y aunque no había mucho oleaje sigo pensando que se está mucho mejor con las cuatro patitas en tierra.

Una vez acomodados el resto de los días transcurrieron plácidamente con largos paseos al amanecer para descubrir los alrededores a nuestro nuevo hogar…

DSC02766Una cosa que me llamó mucho la atención fue un alto y solitario edificio colocado en una roca y que, por las noches, emitía una luz que daba vueltas y que papi me dijo era para guiar a los barquitos por el mar. Se llamaba el faro del Cap d’Artrutx.

Al cabo de unos días volvimos a coger el coche, las maletas y llegamos a una pequeña ciudad, al otro extremo de la isla, llamada Maó donde me llevé una grata sorpresa… Era un pequeño y nuevo hotelito donde estaba la hermana de mami… DSC02934allí estuve muchísimo más cómodo porque los sofás del hotelito eran todos nuevecitos y para mi solo, al menos cuando papi y mami no miraban. A parte tenía una especie de caja enorme llena de agua que llamaban piscina en la que me dejaron entrar para perder el miedo, atávico en mi, al agua… y sin duda es muchísimo más segura, que no divertida, que las olas del mar .

Pero lo mejor de todo era…DSC03066 Si, lo habéis adivinado, el poder compartir con papi la hora de la siesta… momentos en que aprovechábamos para recargar energía, meditar acerca de las buenas cosas de la vida (y por supuesto de las vacas) y nos imbuía el honorable sentido de la “perrunidad” al compartir como buenos colegas la cama de la siesta.

Pero todo lo bueno se acaba y cierto día volvimos a meter todo en las maletas y otra vez al ferry rumbo a casa, solo que esta vez el viaje fue un poco movidito y cuando papi me fue a buscar notó lo mal que lo había pasado. Sin embargo el resto del viaje fue tranquilo y llegamos a casita sin más incidencias.

Papi volvía a trabajar pero aún quedaban días de agosto para salir con los amigos solo que todos estaban de vacas aunque siempre encontré algún amiguito con el que pasar el tiempo los FDS.

Ahora os dejo las otras fotos…

Las primeras son de los días de Vacas en Menorca

Al día siguiente de nuestra vuelta a casa me encontré con Queen y una nueva amiguita llamada Nalfi con la que jugamos mucho. Ved nuestros Juegos

El siguiente FDS aún hacía calor, esta vez nos encontramos con mas colegas pero no demasiados, aún hace calor y se habían ido a la playa porque Seguimos en Verano

Al siguiente sábado mi amigo Epi, que por fín está viviendo en Montecerrao, nos presentó a su nuevo hermanito

Pero para acabar bien el mes de Agosto nada mejor que una pequeña romería a Marabio 2010

Y eso es todo por el momento

Guaus y lametones a Tod@s

Yogui

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