Heridas de Amor

Hola amig@s:

Era sábado, no muy tarde, pero mami me daba mimos para que me despertara, era la hora de mi paseo diario. Os puedo decir que es una de las formas mas agradables de despertarse que conozco y os aconsejo que lo practiquéis a menudo.

Pero los mimos hay que pagarlos así que me dije, ¿de qué manera puedo ayudar a mami?… y ni corto ni perezoso me puse a arreglar mi camita…

Al llegar al paseo no se veía nada por culpa de la niebla… tuve que ir con cuidado para que papi no se perdiera, él no sabría llegar a casa solo, no tiene nuestro olfato…

Me detuve a compartir las chuches de Ari con él… están mucho mas ricas que las mías y de paso le  enseñé mi Corazón Azul.

Estoy seguro que dentro de poco él también lo tendrá. Es muy bueno y amable, no solo conmigo sino también con papi.

Pero ya sé que no soy el único, Coco también es un Corazón Azul, aunque con tanto pelo es difícil verlo.

Pero la niebla continuaba y yo tenía mis patitas mojadas y frías… nos volvimos a casa y justo antes de entrar me encontré con: Rover, mi vecinito, que estaba muy contento de volver a verme. Quería jugar pero su bipe tenía otra opinión de esa salida y nos separamos.  

 

 

 

 

Por la tarde estábamos un poco apáticos… Unos querían mimos, otros reposar en una mullidita cama improvisada, pero los mas activos se dedicaban a lo que mejor saben hacer… olfatear y buscar “cositas”, y si son de comer mucho mejor.

Entonces fue cuando conocimos a Merlín; pero éste Merlín no es ni mago ni brujito, ni nada que se le parezca, aunque no estoy muy seguro de ello. Merlín es el perrito de unas niñas muy listas –unas auténticas brujitas diría yo, así que algo de magia hay por ahí- que le acercaron hasta nosotros para irse a jugar ellas por el parque.

La familia de Toys, se presentaron juntos al pequeño Merlín y luego se fueron de exploración.

Luna había encontrado un  juguete, que no era suyo, y estaba tratando de comérselo muy concienzudamente. Yo preferí buscar otras cosas más suculentas y entonces las vi…

No sabía si serían comestibles o no pero eran tan bonitas que nadie se podría resistir, y había para todos…  En realidad no las comimos, pero si que las olfateamos y me pareció que algo había cambiado a partir de aquel instante porque… Luna, Tommy y Bruno comenzaron a jugar sin descanso.    Papi, llegado ese punto “alucinógeno”, decidió que era hora de volver a casa a descansar, y así se acabó el sábado, sin heridas…

Pero llegó el domingo y… parecía que volvía a ver al brujito Merlín, y sin embargo no era él. Esta vez era una pequeñita Westie llamada Loli –casi como mami pensé yo- y que me causó la primera heridita de amor ya que no quiso nada conmigo, ni jugar, ni pasear, ni bailar, ni nada de lo otro ni de lo de más allá… No tuve mas remedio que seguir el paseo con mi amigo Toby que también había sido rechazado por tan linda damisela.

Llegamos al parque y después de unos minutos también llegaron Wilco y Pepa. ¿La segunda en la frente? me preguntaba… Como estén liaditos me los como con patatitas, y casi porque papi me retuvo y me llevó a casita…

Desde luego o fue Merlín que nos hechizó el día anterior o las setas que aún estaban haciendo su efecto.

¿Cómo sería la tarde?, pues aún peor a juzgar lo que pasó… Yo llegué el primero. A pesar de las heriditas de la mañana estaba recuperado y muy orgulloso de mi “Corazón Azul”. Entonces creí volver a ver a “Merlín el mago”, pero no era él sino Duna, que me infringió una nueva heridita… primero se dejo olfatear para gruñirme a continuación… Estaba visto que el Domingo no era mi día.

Entonces decidí ir de exploración y me encontré con…  ¡una linda damisela recién enviudada! No había opción, la tenía que consolar con mi natural don de perros. Pero resulta que la tal damisela no era ella sino él, que debido a su situación “castratal” confundí con una perrita de buen ver. Pues este coleguita llamado Tico es un buen perrito lazarillo y estaba descansando de su agotadora profesión. A su vera estaba Yaco, un colega que tuvo el mismo problema sentimental que yo… Y esta era la cuarta heridita del día y no sería la última…

Pepa, que es muy liberal -aunque algunos la llamen La Pepandusca, están muy equivocados, no lo es en absoluto- se acercó para consolarme por lo de la mañana. Sin embargo me infringió la quinta heridita, porque aunque lo intenté ya estaba tan, tan, tan que ná de ná de ná… y se acabó riendo de mi, mientras con aire burlón me ladraba… (sic) -Yogui eres “agotador”, déjame refrescarme un poquitín.

Eso me dolió mucho, estaba claro que lo decía con segundas pero aún estaba por llegar lo peor…

Y no fue Rasca que quiso jugar un poco conmigo solamente para dar celos a Toy que, hasta el momento, la ignoraba completamente. Pero yo soy un caballero con mis colegas –no como otros- y me mantuve firme.

Fue entonces cuando creí ver, acompañada de Bimba, a Nina -mi adorable primera novia de la cual casi no huelo su rastro desde hace tiempo- pero en jovencita. Esta nueva Nina que, en realidad, se llama también Bimba es aún mas guapa y, literalmente, perdí la cabeza, el corazón y todo, todo, todo… Cupido me había atravesado con sus flechitas. Y esta nueva heridita amorosa, la verdadera, ocasionó la guerra… pues el Peque, un auténtico roba novias y muy mal amigo, se la intentó ligar delante de mi hocico aprovechando un descuido mío. Así que, como el amor y la guerra van de la mano, ahí me tenéis después de la batalla con el pérfido amigo. Solo deciros que él quedó igual o peor que yo, aunque a mi me desterraron durante algún tiempo del campo del amor.

Pero fue gracias a mi pequeña Bimba, que lloraba desconsoladamente junto a papi, que me permitieron acercarme a despedirme de mis amigas Bimba(s).

La verdad es que con una blanquita y una negrita hacemos un buen trío.

 

Y, aunque al marcharme ella me aseguraba que me esperaría, la actitud de los “Toys”, sentaditos a su vera, no me hace tener muchas esperanzas de que aún se acuerde de mi, su pequeño enamorado, la próxima vez que nos veamos.

Pero la última heridita no fue partir dejándola en compañía de esos “roba novias” que se dicen amigos míos, sino en comprobar que además son unos ladrones, puesto que, en el fragor de la batalla por Bimba, uno de ellos aprovechó para robarme el único corazón que me quedaba, mi preciado “Corazón Azul” ha desaparecido…

Así que aquí me tenéis lleno de heriditas de amor y sin corazones, pero la vida sigue y yo, que soy el que soy (“ergo sum qui sum” es mi divisa), me repondré para estar listo para el próximo finde contaros más aventurillas…

Ahora os dejo el álbum del finde: Heridas de amor

Patitas y lametones

Yogui