Sábado con pelotas....

Después de la semanita que he pasado, y en vez de ir al perropsiquiatra, decidí que lo mejor para mi era salir a dar un paseo con los amigos y practicar algo de deporte... ya lo dijo el perromano aquél (sic Guuuuaau guaau grrr grrrauuu), al que su dueño comprendió y tradujo para que el resto de los bipes comprendieran: ¡qué corras c...!, aunque los más fisnos suelen decir "mens sana in corpore sano". Así que bien tempranito, y antes de que el sol apretara salimos hacia una nueva aventura.... El primer coleguita lo divisé yendo hacia el parque -ya hace varios días que no cae mucha agua y, aunque algo embarrado, se puede ir a correr sin temor a mancharse demasiado-, era Paul, pero iba tan rápido -y mi bipe-abuelo tan lento- que no le alcanzamos hasta que llegamos al parque...  Solo nos dio tiempo de despedirnos de Lola, que se marchaba. Creo que tenía que irse a la nueva perroquería de Monte Cerrao para ponerse guapa, aunque a mi me pareció una perdida de tiempo, si total su pelo se va a volver a enredar a la primera carrera que se haga. En el parque ya estaba Otto esperándonos. Esta vez había madrugado bastante para lo que es normal en él.

También estaban Toy y Peque -ya recuperado del accidente aunque cojea ligeramente-. Parecía que la pandilla, después de las intensas lluvias, volvía a reunirse en el lugar habitual. Después de los saludos iniciales se suponía que teníamos que ejercitarnos... No estábamos muy deportistas ya que cada uno se acomodó, imitando a nuestros bipes, en el lugar más cómodo que encontró.

 

 

 

Al poco tiempo llegó Duna, pero estaba tan cansada como los demás y, a pesar de mis súplicas -ladridos-, no quiso correr conmigo.

La cosa estaba demasiado aburrida... ¿Sería el sol?. Realmente no hacía tanto calor cómo para estar tan cansados. Entonces llegó Coco. Nos levantamos para saludarle. Pensé que íbamos a comenzar a jugar en serio pero fue un espejismo. Coco tampoco estaba por hacer mucho ejercicio. Enseguida encontró un sitio donde recibir unos mimos de los bipes presentes -él si que sabe, pensé para mi-. Comenzaba a estar demasiado aburrido, necesitaba una carrera ¡ya!, y apareció Nano... pero tampoco fue mi salvación. Primero se presentó a Coco y a Toy -parece ser que aún no se conocían- y entonces si que empezaron a correr, como unos auténticos posesos, así que tuve que apartarme para ponerme a salvo, que hay que protegerse para llegar bien a las olimpiadas perrunas de agosto.

Después de las carreras Coco se puso a tomar el sol. El pobre cree que si le da mucho el sol su pelo se oscurecerá un poquito y se parecerá mas a su amigo Otto. Creo que está equivocado, pero le dejamos hacer para no entristecerle, está tan ilusionado con eso...

La mañana no daba para mucho mas... demasiado aburrida. Solamente nos divertimos un poco cuando escondieron una pelota en la rama de un árbol y Otto la encontró, y se la quería llevar a casa, pero por más que lo intentó no lo consiguió. 

No le dejaron intentarlo mucho y allí se quedó, la pelota, has-ta que volvimos por la tarde.

 

En la tarde yo llegué con un poquito de retraso porque estuvimos esperando a que Carlos, mi amito, se acabará de arreglar. Ya estaban todos en el parque esperándome. Peque y Toy se acercaron a saludarme, aunque yo creo que olieron las chuches que traía mi bipe-abuelo, y solo se acercaron para que les diesen un premio. Enseguida divisé a Katy. Tiene seis añitos muy bien llevados pero, como Duna en la mañana, también es inmune a mis encantos perrunos, y por más que ladré y supliqué no se dignó a olerme, solo me gruñó. Sin embargo si que se movía para que papi (se me escapó) le diese alguna chuchería.

Los únicos que jugaron un poquito, con la pelota de la mañana, fueron Otto y Toy.

Después de marcharse Katy, empecé a entrenarme en el deporte del boxeo, aunque sin sparring ya que los demás estaban a sus cosas. Lo bueno de ejercitarme así es que me permite ver mejor y mas lejos por si se acerca algún colega...¡Cómo envidio la altura de Otto!. Toy estaba mirándome y decidió que el también se iba a entrenar, era un juego que le gustaba.

 

Eso le permitió ver como Otto, que se marchaba para ver un juego que practican los humanos con una pelota y que parece que le gusta mucho, se entretenía con un nuevo amigo. Se llama Miro y creo que le admitiremos en la panda porque no dijo ni mú cuando Toy le gruñó un poco.

 

Seguro que nos llevaremos bien, al menos Toy ya se hizo amigo de él.

No estuvo mucho rato ya que parecía que todo el mundo, como Otto, se marchaban para ver como los bipes jugaban a la pelota, pero aún llegó Byron para saludarnos. Sus enormes ganas de meterse en los charcos hacen que sus bipes no le suelten, por lo que estuvo atado todo el tiempo que estuvo con nosotros. Al final él también se marchó para ver a los bipes jugar con una pelota... ¡qué obsesión!.

Lo peor de todo es que cuando nos dimos cuenta no había nadie, solo quedábamos tres en el parque... y entonces decidimos marchar a ver el por qué de esa obsesión por ver a los bipes dar patadas a un balón...

El resto de las fotos del día haciendo clic en la foto de abajo.

Sábado 14

Patita para tod@s. y buenas noches amigos

Yogui